por Ron Hanko
Debemos entender que los decretos de Dios no sonun plan en papel escondido en un casillero en algún lugar en el cielo,sino la viva y poderosavoluntad de Dios. Sus decretos no son algo queDios consulta de vez en cuando para ver qué era lo que Él pensaba hacer, sino más bien son los pensamientos de supropia menteinmutable, que es la fuente y la causa de todo lo que sucede.
Cuando Dios quiere algo—y lo hace en todas las cosas—entonces lo que Él ha querido debe llegar a ocurrir y no sucederá porque Él no ha querido que ocurra.La Escritura es muy clara al respecto. EnIsaias 46:9,10 Dios dice:
Acordaos de las cosas anteriores ya pasadas, porque yo soy Dios, y no hay otro; yo soy Dios, y no hay ninguno como yo, que declaro el fin desde el principio y desde la antigüedad lo que no ha sido hecho. Yo digo: “Mi propósito será establecido, y todo lo que quiero realizaré.”
En elSalmo 73:23-28 Asafhabla de ser guiados por el consejo de Dios,no porque él sabe de antemano lo que está en la voluntad de Dios paraluego seguir, sino porque que el Consejo de Dios ha predeterminado toda su vida ytodas sus circunstancias.
Hechos 2:23 enfatiza esta misma verdad en relación con la muerte de Cristo. Se dice que fueentregado en manos perversas de su enemigos por “el plan predeterminado y el previo conocimiento de Dios”. Lo queera cierto para el cumplimientode la muerte de Cristo es también cierto paranuestra obtención de una herencia de parte de Dios. Esta herencia la obtenemos “habiendo sido predestinados según el propósito de aquel que obra todas las cosas conforme al consejo de su voluntad” (Efesios 1:11).
Nadie, por lo tanto, puede nunca frustrar o cambiar la voluntad de Dios. Haylos que piensanque pueden. Algunos piensanque pueden cambiar la mente y voluntad deDios a través de la oración, ya sea mediante la oración constante o por conseguirsuficiente gente para orar. Otros creen que pueden manipular a Dios y conseguir queÉl obre según sus propias voluntades por trucosreligiosos tontos, pero no es así.La voluntad de Dioses todopoderosae inmutable.
Esto, también, la Escritura atestigua claramente. EnDaniel 4:35 Nabucodonosor, un rey impío, se ve obligado a reconocer que nadie puede decira Dios, “¿Qué haces?”Romanos 9:19-20 nos dice que nadie puede resistir su voluntad.
Dios es soberano incluso en los actos de sus pensantes y volitivas criaturas—hombres y ángeles.Proverbios 16:9 nos dice que aunqueplaneamos nuestro camino, el Señor dirige nuestros pasos.Las disposiciones del corazón yla respuesta de la lengua también son de Él(v. 1).Incluso el corazón del rey está en la mano de Dios, y Él lo dirige a sus propios fines (Proverbios 21:1).
Que el decreto de Dios sea todopoderoso e inmutable es de gran consuelo a los que creen. Esta es la razón, por encima de todas las demás, por qué su salvación es segura. Sus mentes pueden fallar ysus voluntades cambiar, pero la voluntad de Dios y Su mente nunca cambian. Esta esla razón de porque sabemos que “todas las cosas cooperan para bien, esto es, para los que son llamados conforme a su propósito” (Romanos 8:28). Dios tiene soberanamentee inmutablemente decretado todas las cosas, y al decretarla salvación de ellos, no se verá frustrada o fracasada debido a los ángeles, ni principadosni poderes, o por cosas presentes o cosas futuras, o por la vida o la muerte, ocualquier criatura (Romanos 8:38-39).
De Él, por Él, ypara Él, son todas las cosas. ¡Qué gran Dios y SalvadorÉl es!
Tomado de Doctrine According to Godliness por Ronald Hanko, pp. 74-75.
Título en inglés: God’s Efficacious Decrees.
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