Ronald Hanko
«Revelación general» es el término más usado para referirse a Dios haciéndose conocido en la creación, la conciencia y la historia. El término se usa en distinción de la «revelación especial», la revelación salvadora de Dios dada por Jesucristo en las Escrituras.
La Escritura se refiere a la revelación general en varios textos, pero más claramente en Romanos 1:18-32. Ese pasaje habla de Dios haciéndose conocido en las cosas de la creación (vv. 20,25) y en la conciencia del hombre (v. 19, les es manifiesto).
Sin embargo, la revelación general no tiene ningún poder salvador. Ni siquiera es un tipo de gracia, aunque algunos hablan de ella como una llamada «gracia común». Al contrario, como Romanos 1 deja tan claro, esta revelación general es una revelación de la ira de Dios y sólo sirve para dejar sin excusa a los impíos. (vv. 18,20).
Ciertamente, pues, la revelación general no proporciona otra forma de salvación. La idea que los impíos puedan ser salvos por una respuesta moral a esta revelación general no se funda en las Escrituras y es sólo una forma más de salvación por obras y de humanismo religioso.
Esta idea que la revelación general tenga valor salvador es plenamente contradicho en el mismo capítulo de Romanos 1. Los impíos no ven las «cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad» (Romanos 1:20). También hay un aspecto interno de esta manifestación de Dios. El versículo 19 dice que lo que se conoce de Dios «les» es manifiesto.
Esto tiene implicaciones importantes. La manifestación de Dios en las cosas hechas es la razón por la cual nadie podrá decir que no haya conocido a Dios. Para Romanos 1, no hay tal cosa como ateo. Por eso, los impíos que ni siquiera oyeron el evangelio podrán ser y serán condenados en el día del juicio como resultado de esta manifestación.
No obstante, el único resultado de esta manifestación de Dios para los impíos es que rechazan glorificar a Dios, siguen siendo desagradecidos y cambian la gloria de Dios que les es manifiesta en imágenes de cosas corruptibles (vv. 21-25).
Dicho de manera simple, eso significa que la idolatría de los impíos no es una búsqueda ni aún débil de hallar a Dios, sino es una desviación del verdadero Dios, a quien sí conocen.
No están, según Romanos 1, buscando la verdad, sino ocultándola (v. 25). Sus filosofías y religiones no representan un pequeño principio de verdad o amor de verdad, sino verdad rechazada y convertida en mentiras. Para confirmar esto, la Escritura hace claro que la salvación viene sólo por la predicación del evangelio (Rom. 1:16 y 10:14, 17 y 1 Cor. 1:18, 21). Ahí y sólo ahí, Cristo se revela como el propio poder y sabiduría de Dios para salvación, tanto que sin el evangelio normalmente no hay esperanza de la salvación.
Así pues, la revelación general sólo sirve para aumentar la culpa de los que no oyen ni creen el evangelio. Enseñar otra cosa es negar la sangre de Jesucristo y su obediencia perfecta como la única moda de salvación y es difamar a él y a su cruz.
Tomado del libro Doctrine According to Godliness por Ronald Hanko
Traducido por Brent DeJong
Título en inglés: General Revelation