Ronald Hanko
Introducción
Muchos teólogos reformados creen que el evangelio es una libre o bien intencionada oferta de Dios para salvación. Ellos dicen que Dios expresa en el evangelio un sincero deseo de que todos los que escuchen sean salvos. Nosotros objetamos esta enseñanza enérgicamente.
Sin embargo no objetamos la palabra “oferta.” Déjenos ser claros acerca de esto. La Escritura no usa la palabra “oferta” para describir al evangelio pero los credos reformados si lo hacen. Nosotros no objetamos los credos.
Entendido correctamente, la palabra “oferta” no sólo es aceptable sino que enfatiza una importante verdad acerca de la predicación del evangelio. El primer significado de la palabra es “presentar” o “mostrar.” La palabra ya no se usa con ese sentido, al menos no en las conversaciones diarias. Pero es con ese antiguo significado que los antiguos credos usan la palabra. Así, el uso de la nueva palabra simplemente enfatiza la importante verdad de que la predicación del evangelio debe mostrar a Cristo y hacerlo conocido por todos quienes escuchan.
Hay pocos hoy, sin embargo, que hablan del evangelio como una oferta y que quieren decir que Cristo es “presentado” en el evangelio. La mayoría quiere decir que en el evangelio Dios desea sinceramente la salvación de todos aquellos que escuchan y muestra su sinceridad poniendo a Cristo a su disposición. A esta enseñanza nosotros nos oponemos.
Libre Oferta y Arminianismo
Existen dos teologías muy diferentes pero que ambas enseñan la libre oferta del evangelio en un sentido equivocado. Para cada caso nuestra objeción es diferente.
Por un lado están aquellos que no son Reformados o Calvinistas. Para ellos la idea que el evangelio es una oferta increíble. Si pudiéramos comparar su sistema de doctrina con un rompecabezas, la libre oferta del evangelio es sólo una pieza en el rompecabezas. En su visión se ajustan muy bien las enseñanzas que Cristo murió por todos y que el libre albedrío del hombre determina si él será salvo en Cristo.
En este sistema, a veces llamado Arminianismo, es la libre oferta del evangelio lo que da al hombre la oportunidad de hacer una elección. Cuando la salvación es ofrecida a ellos en el evangelio, ellos tienen la posibilidad de aceptar o rechazar la salvación que Cristo compró para ellos y para todo el mundo por su muerte en la cruz. De hecho, el evangelio sólo puede ser una oferta si la salvación depende de la voluntad y elección del hombre.
Esto, por sí solo, debe hacer que los hombres y mujeres reformados se detengan. Una enseñanza que encaja tan bien en la visión arminiana debe ser sospechosa.
En el Arminianismo, sin embargo, nuestras objeciones no son sólo porque la enseñanza de la libre oferta sino por todo el sistema. No descartamos una pieza del rompecabezas sino que el rompecabezas completo. No queremos un sistema que hace a la voluntad humana, no a la voluntad de Dios, ni a la cruz de Dios, ni a la gracia de Dios, el factor decisivo en la salvación y eso no da la gloria a Dios.
Libre Oferta y Teología Reformada
Existen otros, sin embargo, que son Calvinistas y Reformados. Ellos creen en la elección, en la expiación limitada (que Cristo murió sólo por algunas personas). Ellos creen, también, que la salvación, incluyendo la fe, es un regalo de Dios. No obstante, ellos también creen que el evangelio es una bien intencionada oferta de salvación a todos los pecadores que escuchan su predicación. En su caso nosotros objetamos su esfuerzo de hacer la enseñanza de la libre oferta parte de la teología reformada. Algunas de esas objeciones son:
Si ahora nosotros comparamos el Calvinismo y la teología reformada a la imagen de un rompecabezas entonces la libre oferta es una pieza que no encaja – una pieza del rompecabezas equivocado. No importa cuanto la gires o la fuerces, no encaja. Lo que hay que hacer es botar la pieza equivocada y buscar la pieza que encaja. En la esperanza que eso será hecho deseamos mostrar en este artículo cómo y por qué la libre oferta del evangelio no encaja con la teología reformada.
Libre Oferta y la Naturaleza de Dios
Un lugar donde la libre oferta es enseñada no encaja en la teología reformada es el área de la teontología, por ejemplo, la doctrina de Dios. Implícita o explícitamente esta niega algunas verdades fundamentales con relación a la naturaleza de Dios. Para ponerlo mas claro, la enseñanza de la libre oferta lleva a una concepción diferente de Dios de la que hacen los que rechazan la oferta. Solo esto, si es verdad, parece ser suficiente para condenar la enseñanza de la libre oferta en la mente y corazón de toda persona reformada.
La libre oferta niega, primero, una verdad básica acerca de la revelación—la verdad de que la revelación de Dios es una auto revelación, Dios mismo se hace conocido para nosotros. No importa el contenido de la revelación, no importa como fue dada, todo, al final, revela Quien y Que es Dios.
Todo lo que Dios dice y hace, por lo tanto, es una revelación de lo que Él es. Lo que significa que la revelación de Dios no puede contradecir lo que Él mismo es. Lo que Él dice no puede ser diferente de lo que Él es. Lo que Él hace no puede contradecir de lo que Él es. Por ejemplo, si Dios es un Dios justo entonces ninguna de sus obras ni las palabras con las que Él se revela puede ser injusta. No somos capaces de entender o demostrar por qué ellas son justas pero ya que ellas son parte de Su revelación ellas no pueden ser injustas.
La lógica de esto es que si cualquier obra de Dios es injusta Él también es injusto, un Dios injusto. Si Él es un Dios injusto, Él no es Dios. Así con todos Sus atributos.
Los defensores de la libre oferta niegan esto, a veces explícitamente. Ellos dicen en defensa de la libre oferta que a veces Dios puede ser diferente en sus relaciones con el hombre a lo que Él mismo es. La libre oferta enseña que Él puede desear su salvación, amarlos, ser graciosos con ellos en el evangelio y aún así en la eternidad tener otra mente y corazón con respecto a ellos. Su revelación de Él mismo en el evangelio puede y de hecho contradice lo que Él mismo es.
Si esto es verdad entonces la revelación no es verdadera revelación, develar y mostrar quién y qué es Dios. De hecho, la revelación podría decir lo opuesto a la verdad acerca de la naturaleza y voluntad de Dios—entonces sería falso. Diciéndolo un poco más amablemente, la libre oferta enseña que Dios no dice toda la verdad—especialmente no toda la verdad acerca de Él mismo. Él les habla de amor, gracia y misericordia. Él incluso les entrega cosas amorosas, graciosa y misericordiosamente, pero en Su corazón, mente y voluntad no hay gracia ni amor ni misericordia para ellos. Él no sólo no los elige, Él tampoco intentó que su Hijo muriera por ellos ni dar su Espíritu a ellos. Lo que Él dice y muestra en el evangelio no es la verdad acerca de quién y qué es Él desde la eternidad.
Aquellos que creen en la oferta no temen decir esto. Ellos hablan de las dos voluntades de Dios, una voluntad revelada para salvar a todos aquellos que escuchan el evangelio (expresado en la libre oferta del evangelio) y una voluntad secreta de no salvarlos (determinado en la elección eterna). Ellos están diciendo que Dios odia y ama a aquellos hombres. Aquello, sin embargo, sólo trae mayores problemas con los otros atributos de Dios.
Por un lado esto niega la unidad de Dios. Su unidad significa que Él es en si mismo y en su revelación, Uno e Indivisible. Esto es negado para aquellos que sostienen la libre oferta.
Ellos dicen sin vacilación que Dios tiene dos mentes, dos voluntades, dos corazones con respecto a los hombres. Él ama y no ama a los pecadores. Él desea la salvación (en el evangelio) y no lo hace (en la elección). Su revelación, su plan eterno y su voluntad no son una ni la misma. En su revelación Él es una cosa y en si mismo otra. Ningún defensor de la libre oferta a demostrado como aquella enseñanza puede ser conciliada con la enseñanza fundamental de la Escritura, el gran “Shema” de Deuteronomio 6:4, “Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es.” Es mas, no puede ser reconciliado con la unidad de Dios. Es una pieza que no encaja con la teología reformada.
Otro aspecto de la unidad de Dios es su simplicidad o perfección. Esto significa que no hay desarmonía, contradicción ni imperfección en Dios. En ese sentido Él también es uno y no dividido en su naturaleza y relevación, sus palabras, obras y todos sus atributos. La “teología” de la libre oferta no puede ser conciliada con la simplicidad de Dios. De plano esto contradice este importante atributo al enseñar que hay contradicción e imperfección en Dios. Piense por ejemplo en la enseñanza de las dos voluntades, la que es el corazón de la teología de la libre oferta. La enseñanza de las dos voluntades no sólo se contradice a si misma sino que al menos una no se realizará en las personas.
Esos no son los únicos atributos de Dios que contradice la enseñanza de la libre oferta. Tal enseñanza también niega la inmutabilidad de Dios. Él cambia su parecer, su voluntad y su palabra hacia los hombres, mostrando un sincero deseo por salvarlos en el evangelio y al final los condena. Él les promete vida eterna en el evangelio y luego no se las da—como tampoco les da el medio necesario en la muerte de Cristo y la obra del Espíritu Santo.
La enseñanza de la libre oferta también niega Su eternidad. Esta enseña que hay un amor, una gracia y una voluntad de Dios que descansa en la predicación del evangelio. Su voluntad eterna, como ellos dicen, sólo es revelada en la predestinación.
La libre oferta también contradice Su soberanía ya que enseña que en el Evangelio hay una gracia resistible y un amor que no salva.
La verdad es que la libre oferta del Evangelio no encaja con ninguno de los atributos de Dios. ¿Es una gracia que ofrece salvación pero no da los medios de salvación una gracia infinita? ¿Es una verdad de Dios decir al hombre que Él los ama mientras Él no hace nada en la cruz o por el Espíritu para salvarlos? ¿Es sabio ofrecer salvación a aquellos que son excluidos de la elección? ¿Es realmente amor decirles que Él desea su salvación mientras Él secretamente planeó lo contrario?
¿Entonces qué? La libre oferta no encaja con la revelación. No encaja con los atributos de Dios. No encaja con la doctrina de Dios. No encaja en ninguna parte. Ningún defensor de la libre oferta puede encajarla sin doblar o romper las otras piezas del rompecabezas.
Libre Oferta y los Cinco Puntos del Calvinismo
Hay, sin embargo, otra pequeña parte del rompecabezas llamada Cinco Puntos del calvinismo. Todo calvinista conoce y ama los Cinco Puntos. ¿Encaja la enseñanza de la oferta con ellos? Nuevamente la respuesta es “¡No!” Considere lo siguiente.
La enseñanza de la libre oferta es un sin sentido en relación con el primero de los Cinco Puntos, la doctrina de la Depravación Total. Depravación Total es, muy simplemente, que el hombre caído está “muerto en sus delitos y pecados” (Ef. 2:1). Ofrecer sinceramente algo a un hombre muerto, queriendo e intentando que él obtenga lo ofrecido, es inútil y tonto.
La enseñanza de la libre oferta no tiene sentido con la elección y reprobación incondicional, ya que siempre una oferta tiene una naturaleza condicional. Es condicional en que su aceptación depende de la voluntad de la persona a la cual la oferta es hecha. No se puede ofrecer algo a un árbol que no tiene voluntad. No se puede ofrecer algo a un bebé que no es capaz de hacer una elección consiente. No se puede ofrecer algo a alguien quien está durmiendo, cuya voluntad no está activa. La libre oferta enseña que Dios ofrece sinceramente algo a aquellos cuyas voluntades están inactivas hacia el bien y no pueden (si usted cree en el cautiverio de la voluntad) elegir aceptarlo. Tampoco se puede ofrecer sinceramente ya que ella no depende de la voluntad humana sino de la voluntad eterna y el placer de Dios.
La doctrina de la libre oferta no se concilia con la expiación limitada. Inevitablemente lleva a negar la expiación limitada. Una oferta de salvación en Cristo es falsa y vacía si Cristo no murió por aquellos a quien se hace la oferta. Hay hombres que creen en la expiación limitada pero se ven forzados a hacer declaraciones que niegan la expiación limitada para defender la libre oferta. Murray y Stonehouse son buenos ejemplos. En el último párrafo de su libro “La libre oferta del evangelio” ellos dicen “Es a Cristo en toda la gloria de Su persona y obra que Dios ofrece en el Evangelio.” ¿Cómo puede él ser ofrecido si no está disponible?
Así también, la oferta niega rotundamente la gracia irresistible. Se supone que la oferta es un tipo de gracia, pero la gracia mostrada en la oferta no sólo es resistible sino que siempre es resistida por aquellos que perecen. ¿Dónde está la gran doctrina calvinista de la gracia irresistible?
Un evangelio que es solo una oferta tampoco puede proveer nada de lo necesario para perseverar. El evangelio es el medio para una perseverancia hasta el fin pero no lo es si es sólo una oferta. ¿Qué puede hace una oferta para mantenernos “mediante la fe, para alcanzar la salvación que está preparada para ser manifestada en el tiempo postrero” (I Pedro 1:5)?
Aquí, también, las piezas del rompecabezas deben ser dobladas, forzadas o cortadas de una forma diferente para permitir la doctrina de la libre oferta entre ellas. La libre oferta no aporta nada a la teología reformada. Es una pieza de otro rompecabezas. Déjela, entonces, en el lugar que le corresponde.
El llamado del Evangelio
¿Pero cual es la pieza que buscamos? ¿Qué es el evangelio si no es una oferta bien intencionada?
La respuesta es clara. Es un mandato o llamado, que es soberano, poderosamente irresistible, que despierta a pecadores muertos, por lo tanto, es el cumplimiento de lo que Dios eternamente e inalterablemente quiso, terminando exactamente lo que Cristo hizo en la cruz. Es también un medio de endurecimiento de acuerdo al cual la voluntad soberana y el buen parecer de Dios son soberanamente cumplidos en aquellos que perecen.
Esta es una gran verdad olvidada hoy. Incluso aquellos que no están relacionados con la controversia de la libre oferta han, en su mayor parte, olvidado esta gran verdad. No conocer que la predicación del evangelio es “poder de Dios para salvación” (Rom. 1:16), el medio por el cual viene la fe (Rom. 10:17), la forma por la que escuchamos la voz del Buen Pastor (Juan 10:27-28), ellos abandonan la predicación. Tanto los predicadores (que debería saberlo mejor) como los miembros de sus congregaciones (que probablemente no lo saben) son culpables. No saber que el evangelio es la Palabra por la cual Dios llama a su pueblo de las tinieblas a la luz, hará que la clara proclamación de la verdad de la Escritura sea reemplazada por apelaciones emocionales y muestras de un Jesucristo que lo hacen parecer algo que se vende en el supermercado.
Que Dios nos de, por lo tanto, no sólo un entendimiento correcto de lo que es la predicación sino que un avivamiento de la verdadera predicación en la iglesia y en el evangelismo—predicación que es—en efecto—el poder de Dios para salvación de aquellos a quienes Él escogió y por quienes Cristo murió.
Fuente: Some Further Objections to the Free Offer of the Gospel
Traducido por: Marcelo Sánchez