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La apostolicidad de la Iglesia / The Apostolicity of the Church

      

Rev. Angus Stewart

Desde el Concilio de Constantinopla (381 d. C.), la iglesia cristiana ha confesado según el credo cuatro atributos de la verdadera iglesia, que es “una, santa, católica y apostólica.” Efesios 2:20 enseña la apostolicidad de la iglesia, porque la iglesia está “edificada sobre el fundamento de los apóstoles y profetas.”

Por tanto, la apostolicidad de la iglesia es bíblica y de credos, pero ¿qué significa? En el día de Pentecostés, el comienzo de la era del Nuevo Testamento, la iglesia fue reunida a través de la predicación de los apóstoles, y la iglesia “perseveraban en la doctrina de los apóstoles” (Hechos 2:42). Hoy en día, la doctrina apostólica está contenida en el Nuevo Testamento, que es la culminación y el cumplimiento del Antiguo Testamento. Por lo tanto, es apostólica aquella iglesia que se caracteriza enteramente por la verdad enseñada por los apóstoles en la Sagrada Escritura, y los ministros cristianos son sucesores de los apóstoles si predican la doctrina apostólica.

Efesios 2:20 enseña que la apostolicidad es el fundamento de la iglesia, porque la iglesia está “edificada sobre el fundamento de los apóstoles y profetas”. La santidad de la iglesia es su belleza (Ef. 5:26-27); no su fundamento. La catolicidad de la iglesia es su alcance universal que incluye todas las naciones, lenguas, tribus, grupos de edad, etc. (Ap. 7:9); no su fundamento. La unidad de la iglesia es su unidad espiritual y numérica; no su fundamento. Como “fundamento” de la iglesia, la apostolicidad es la base de la santidad, catolicidad y unidad de la iglesia. La verdadera iglesia posee santidad apostólica, catolicidad apostólica y unidad apostólica. Por lo tanto, las relaciones ecuménicas entre congregaciones y denominaciones deben comenzar con discusiones doctrinales: ¿Estamos todos de acuerdo en la fe apostólica?

Además, solo hay un fundamento de la iglesia; no dos o más. La base de la iglesia no es la apostolicidad y la unidad o la santidad o la catolicidad. Tampoco la iglesia se basa en la apostolicidad y el libre albedrío del hombre o la ciencia moderna o la tradición de la iglesia. El único fundamento de la iglesia es la verdad apostólica de las Sagradas Escrituras que revelan a Jesucristo crucificado, resucitado y reinante, pues Él personalmente es el fundamento de la iglesia (1 Cor. 3:11).

Los cimientos, por supuesto, se colocan una vez, y los cimientos de la iglesia nunca se pueden volver a colocar. La fe apostólica “fue una vez [para siempre] dada a los santos” (Judas 3). Como un sabio constructor, el fundamento de Dios es lo suficientemente fuerte como para sostener a toda la iglesia de todas las edades. Por lo tanto, apartarse de la doctrina apostólica—la verdad acerca del Dios Trino, las Escrituras, la creación, la gracia soberana, etc.—es alterar el fundamento de la iglesia y resulta en la caída de una congregación o denominación. La gente puede seguir asistiendo, pero espiritualmente la congregación está degenerando y en camino de convertirse en una iglesia falsa. Las iglesias con apóstoles y profetas hoy en día no solo fallan en comprender la naturaleza de estos oficios temporales y extraordinarios, sino que también los añaden y por lo tanto socavan el fundamento de la iglesia: los “apóstoles y profetas” bíblicos del Nuevo Testamento (Efesios 2:20 ver 3:5). La afirmación de que hoy en día hay apóstoles y profetas, implica que reciban una revelación directa, verbal de Dios (aparte de la de los 66 libros de las Sagradas Escrituras inspirados por Dios). Esto niega la toda-suficiencia de la Palabra de Dios (Sal. 19:7-11; 2 Tim. 3:16-17) y el fundamento todo-suficiente de la iglesia (Efesios 2:20).

Los cimientos también determinan la longitud y la anchura y, por lo tanto, la forma de un edificio. Las falsas doctrinas en una iglesia no solo rompen los cimientos; sino que también ponen un fundamento adicional. Todo lo que dice ser iglesia, pero no está edificado sobre el fundamento apostólico está bajo el juicio de Dios.

La mejor manera de demoler un edificio no es romper sus ventanas, o su chimenea, o incluso sus paredes, sino destruir los cimientos que sostienen todo el edificio. Del mismo modo, la forma más efectiva de derribar una iglesia es socavar su fundamento: la doctrina apostólica. Así, abierta o sutilmente, los falsos maestros atacan la depravación total, la justificación solo por la fe, la elección incondicional y la reprobación, etc.; y socavan los credos Reformados que resumen la verdad apostólica.

Todo esto nos permite probar las iglesias instituidas a la luz de la Palabra de Dios. La pregunta clave es esta: ¿Es esta congregación o denominación apostólica en todas las cosas? ¿Es esta o aquella iglesia totalmente caracterizada por la enseñanza apostólica, de modo que sea “columna y baluarte de la verdad” (1 Tim. 3:15) que sostiene la verdad de Jesucristo en un mundo que odia la verdad? ¿Están presentes las tres marcas de la iglesia: predicación apostólica, sacramentos apostólicos y disciplina eclesial apostólica? ¿Es la congregación apostólica, en su adoración, oración, gobierno de la iglesia, oficios (ministro, anciano y diácono), instrucción de los hijos del pacto, evangelismo, etc.?

La membresía en una iglesia apostólica es honrar a Jesucristo que está presente donde la verdad apostólica es predicada, creída, amada, confesada, defendida y sufrida. Tales iglesias son lugares donde sus miembros “crecen en gracia” a través del “conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo” (2 Pedro 3:18), el que se expone en todas Sus riquezas en la enseñanza apostólica.

Para más información sobre este tema, escuche el sermón: The Apostolicity of the Church (Efesios 2:20).

Para más información en Español, por favor haz clic aquí.

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