Prof. Herman C. Hanko
Proverbios 24:1-4 “No tengas envidia de los hombres malos,
Ni desees estar con ellos; 2Porque su corazón piensa en robar,
E iniquidad hablan sus labios. 3Con sabiduría se edificará la casa,
Y con prudencia se afirmará; 4Y con ciencia se llenarán las cámaras
De todo bien preciado y agradable.”
La palabra que describe el contenido del libro entero de Proverbios, es una palabra que es encontrada también en nuestro texto: sabiduría. Proverbios es el gran libro de sabiduría. Si tú quieres saber que es, entonces tienes que leer Proverbios 8, donde la sabiduría es descrita y donde es muy claro que la sabiduría es Cristo. El, que posee Cristo es verdaderamente sabio. Es ésta vida de sabiduría que el hombre sabio de Israel describe en el libro de Proverbios.
En el capítulo 24, Salomón, por la inspiración del Espíritu Santo, esta aplicando sabiduría a la vida de las familias en la casa. Aunque todo el capítulo tiene que ver con este tema, son los primeros cuatro versículos que toman tu atención, porque son el fundamento del capítulo entero.
El texto dice: Con sabiduría se edificará la casa. Pero esta sabiduría por la cuál la casa será edificada se encuentra en agudo contraste con el pecado de envidia. “No tengas envidia de los hombres malos”. Al contrario, es a través de la sabiduría que la casa es construida. Así que sabiduría es contrastada con la envidia. Envidia, entonces, es una característica de los necios. Aquel que envidia es incapaz de edificar un hogar.
¿Que es una casa?
El texto habla de la edificación de una casa. Sin embargo, cuando las Escrituras, especialmente el Antiguo Testamento, hablan de una casa, no se refieren al lugar donde habita una familia, sino a un hogar. Hay mucha importancia en la diferencia de una casa y un hogar. Los carpinteros construyen casas, padres edifican hogares. Y la calidad y el carácter espiritual de un hogar no está relacionado en absoluto con la calidad y el valor de la casa. Es posible tener una casa que cueste un exceso de $1,000,000,000 pero no es un hogar. También es posible tener un hogar en las condiciones más humildes. Un hogar no es dependiente de una casa.
¿Que es un hogar?
Generalmente y ordinariamente hablando, un hogar se refiere a aquellos que viven en una habitación y particularmente a una familia. Una familia, generalmente hablando, esta constituida por un esposo, una esposa, y sus hijos. Es posible, de acuerdo a la providencia de Dios, que el esposo y la esposa no tengan hijos. Ellos también tienen un hogar. Incluso una viuda o un viudo pueden tener un hogar. Pero generalmente hablando, el Señor ha ordenado que una familia consista de padres e hijos.
Eso solo, no garantiza tener un hogar. Hay muchos lugares habitables en el mundo donde encuentras padres e hijos, pero no encuentras un hogar.
Así que, un hogar es mucho más que padres e hijos. Es un lugar donde una familia habita en unidad y compañerismo. En el compañerismo de amor, de mutuo compartir la vida, de felicidad y gozo. La palabra clave es “compañerismo”. Si tú tienes una casa donde hay padres e hijos y tienen peleas en la casa, no tienes un hogar. Por eso es que Salomón, en toda seriedad, habla mas de una vez en el libro de Proverbios acerca del hecho de que “Mejor es vivir en un rincón del terrado que en una casa con una mujer rencillosa”. Salomón lo hace claro de otra manera, cuando escribe: “Más vale comer verduras sazonadas con amor que un festín de carne sazonadas con odio”. Donde no hay amor, unidad, harmonía o compañerismo, es imposible tener un hogar. ¿Y cual es el uso de una vivienda si no es un hogar?
Un hogar es el trabajo de la Gracia de Dios. Aún cuando la familia fué establecida en el Paraíso cuando Dios casó a Adán y a Eva y les ordenó que fecundaran la tierra y se multiplicaran, este hogar fue fundamentalmente destruido por la Caída. Un cáncer, fatal, un cáncer terminal entró el hogar con pecado. El pecado hace imposible establecer un verdadero hogar. Nuestros hogares, si en verdad son unos, son maravillosas maravillas de la gracia de Jesucristo, quien, es El, el cimiento en el cuál nuestros hogares están construidos.
Debido a que la principal característica de un hogar, es el compañerismo, su característica esencial es la manifestación y la representación del pacto con Dios. Dios es en El mismo, una familia. Dios como el Padre, Hijo y el Espíritu Santo. Así también, su propia vida trinitaria de compañerismo es una vida familiar. Por el trabajo de Gracia, El forma Su iglesia en una familia celestial en la que el Dios trinitario es nuestro Padre, Cristo es nuestro Hermano, y toda la gente de Dios son los hermanos y hermanas que juntos hacemos la familia de Dios.
Un hogar es, entonces, es un pacto familiar.
Ahora, esto significa que no solo el esposo y la esposa en el vínculo del matrimonio sirven como una imagen del matrimonio de pacto de Dios con su pueblo a través de Cristo, pero los padres y los niños también reflejan el pacto de la gracia. La familia de Dios es reflejada en nuestros pactos familiares cuando cada miembro contribuye únicamente a la vida de la familia. Por eso es que siempre hay ligar para otro hijo en una familia dentro del pacto. Por eso es que incluso hablamos del lugar que cada hijo ocupa en la vida de la familia. Vamos tan lejos como decir que cada uno tiene su propio lugar en la mesa donde la familia se sienta a comer y beber, a orar y adorar. Y si Dios es complacido en tomar uno de nuestros hijos, entonces su lugar está vacío y nadie lo puede llenar. Aún cuando padres tengan más hijos, ese lugar se queda vacío porque el hijo que ocupó ese lugar tenía su propio lugar en la vida y el compañerismo de la familia que se queda por el resto del tiempo vacío hasta la perfección del pacto en la gran gloria de la familia en el cielo. Así es con la familia de Dios. Cada santo tiene su propio lugar en la familia.
Esa familia de Dios, incluso como nuestras familias dentro del pacto, tiene un hogar. Cuando Jesús se iba a ir de sus discípulos en la noche de su muerte, El habló de esto cuando les dijo que en la casa de Su Padre (el hogar de Su padre), hay muchos cuartos. El tenía que irse para preparar un lugar para cada uno de los miembros de su familia por quienes estaba a punto de morir. Y cuando ese lugar estubiera listo, El regresaría para tomar a Su familia con El, que donde El estaba y esté, nosotros también estemos.
El pacto de Dios, que es la gran familia de Dios, es del tipo que cada familia tiene su propio lugar, en esta vida y en la venidera. Y así como en nuestras familias hay espacio por niños pequeños, espacio para niños grandes, para adolescentes, para enfermos, y para inválidos que tienen su propio lugar y que son abrazados y amados en el amor y compañerismo de la familia por el lugar especial que Dios les ha dado, así también es en la familia celestial, cada uno con su propio carácter, y con su propia personalidad, tiene su propio lugar en la familia de Dios. Tenemos ahora un sabor de la gran familia de Dios en nuestra propia familia.
En este hogar, hay oportunidades para cada miembro, sin miedo de ser ridiculizados, sabiendo que el o ella será entendido por ellos que lo aman, pueden expresar lo mas íntimo de el con aquellos en la familia, todos sus dolores y emociones, problemas y pesares, sabiendo que la familia los tomara como suyos. Un hogar, es un lugar donde uno puede ser uno mismo, donde no hay necesidad de ponerte una máscara, donde no tienes que pretender ser diferente de lo que realmente eres, porque en la familia hay amor, paciencia y comprensión como Dios en Su infinita gracia nos muestra amor y paciencia y comprensión a nosotros que pertenecemos a Su familia y que somos débiles y pecadores.
¿Como está edificada una casa?
Somos llamados en el texto a edificar una casa, y establecer un hogar. Esas palabras no tienen exactamente el mismo significado. Edificar una casa, significa levantar una casa. Establecer una casa significa levantar una casa con un cimiento firme, con la implicación de que esa casa va a ser bombardeada por varias tormentas. Somos recordados con lo que Jesús cierra el Sermón del Monte: El hombre sabio construyó su casa sobre la roca, porque las tormentas vendrían. Y solo una casa construida en la roca puede soportar las tormentas de la vida.
Así que somos requeridos a hacer dos cosas: no solo a construir una casa, pero construirla sobre cimientos firmes y construirla con suficiente cuidado y detalle que es una casa firme, así que no importa que tan fuertes vengan las tormentas de la vida contra la casa, va a permanecer firme. Hogares no construidos con cuidado, son hogares destruidos por las tormentas de la vida. Únicamente hogares establecidos firmemente en una roca permanecen. En el mundo, bajo la presión de los problemas, matrimonios se desmoronan y las familias se rompen. Las familias que reflejan el pacto de Dios son familias apegadas en las tormentas.
¿Cómo debemos construir un hogar?
Es aquí donde el texto toma una vuelta inesperada. El Espíritu Santo antes que nada dice: Antes que aprendas como edificar una casa, hay ciertas cosas que no tienes que hacer. Es como un carpintero dando instrucciones a un novato de cómo construir una casa. Antes de decir nada acerca de las técnicas de la construcción, toma a este novato y le dice, “hay ciertas cosas que nunca, nunca tienes que hacer, porque si las haces, tu casa se va a caer. Estas cosas son muy importantes, fundamentos principales, los cuáles, si los observas, podrás edificar una casa. Por el otro lado, hay errores fundamentales y peligros que si caes en ellos, será imposible tu éxito en construir la casa.”
Dos pecados son mencionados en este texto. Uno es la envidia y el otro es el compañerismo con el hombre malo. “No tengas envidia de los hombres malos ni desees estar con ellos.”Eso nos debería hacer detenernos un poco. Estoy casi seguro que has tenido que dar tu respuesta a esta pregunta: ¿Cuáles son los dos grandes males que amenazan un hogar? Han de haber habido muy pocos que mencionaron estos dos males en nuestro texto. Sin embargo, el Espíritu Santo dice que en el catálogo de males, en la larga lista de pecados que podemos encontrar, hay dos, por encima de todos, que últimamente hace imposible edificar una casa.
Envidia. Todos sabemos lo que es la envidia. Envidia es, antes que nada, insatisfacción con lo que tienes, con lo que Dios te ha dado. Segundo, envidia es un fuerte deseo de tener lo que no tienes, y que el mundo tiene en abundancia. Envidia es lo mismo que codiciar, el cual es prohibido en los 10 Mandamientos. Y Codicia, como explica el Catecismo de Heidelberg en la exposición de la ley de Dios, es un pecado que se encuentra en el corazón de la ley. Si tú eres codicioso, es imposible mantener ninguno de los mandamientos de Dios.
Ahora puedes comenzar a entender porque el Espíritu Santo particularmente habla aquí del pecado de envidia. Pablo, en sus cartas a Timoteo, en su advertencia acerca de los peligros de la riqueza, habla acerca de que el dinero es la raíz de todos los males. Recuerdo, de niño, que no podía entender esto. ¿Cada mal debajo del cielo? Pablo dice, si. El amor al dinero es la raíz de todos los males. Codicia es el pecado fundamental de la ley. Envidia, entonces, es un pecado crucial, que si no lo arraigamos de nuestras vidas, hará imposible para nosotros edificar un hogar. ¡Que preocupante! Nos obliga a arrodillarnos.
¿Porque es la envidia una amenaza tan grande a nuestros hogares? Es fácil demostrarlo. Algunas veces les pasa a hombres jóvenes (especialmente a los hombres, pero algunas veces a las mujeres también), posponen buscar esposas porque aman las cosas de este mundo demasiado y las posesiones materiales. Quieren comprar esto, y quieren comprar aquello. Quieren disfrutar esto y aquello antes de empezar un hogar. Pero, después de que el matrimonio toma lugar, y entran al vínculo matrimonial, el mismo mal amenaza. Envidia se vuelve la razón por la cuál posponen tener hijos. Y tal vez, la envidia es la razón por la que el esposo o la esposa no quieren hijos en absoluto, o solo uno o no más de dos.
La envidia hace eso. Hijos estorban, cuestan dinero, hacen imposible para que los esposos y las esposas compren las cosas que quieren disfrutar. Especialmente cuando tienes que pagar por la escuela privada Cristiana, y entonces te dices a ti mismo “Mas nos vale no tener mas hijos. ¿Cómo vamos a pagar la escuela para todos?” La envidia interfiere en tener hijos.
La envidia es una amenaza, una amenaza permanente al hogar, incluso cuando la familia es creada y hay hijos en el hogar, porque a veces, las madres abandonan las responsabilidades del hogar y se van a trabajar. Los padres quieren más dinero. Hay cosas que quieren comprar que solo podrían adquirirlas con dos ingresos. O la atmósfera del hogar es tal que el dinero y las posesiones materiales, placeres, y las cosas buenas de la vida son un tema principal de conversación. Una atmósfera creada en el hogar en que la impresión que se les da a los hijos es: Lo único que importa en la vida son las posesiones materiales.
La envidia es una amenaza a la edificación de un hogar cada paso. Que sabio el Espíritu Santo es cuando nos dice “Hay un mal sobre todos los males que constituye una amenaza a la edificación del hogar: el pecado de la envidia”.
¿Quieres, por la gracia de Dios, construir un hogar? ¡El pecado de envidia tiene que ser desarraigado!
El otro pecado mencionado es el compañerismo con los malos.
El texto no hace referencia al hecho que vivimos en un mundo malvado y que tenemos que rozar codos con los malos cada día de nuestras vidas. Y no vamos a escaparnos del mundo para mudarnos a un monasterio. Eso no es lo que el texto nos enseña. Tiene en mente el compañerismo con gente impía. Hay algo exclusivo acerca del compañerismo y comunión de la familia y, como extensión de la familia, la iglesia. ¿Qué tan seguido no nos dicen eso las Escrituras? En la familia y en la iglesia tenemos comunión porque es una comunión en Dios através de Cristo- comunión del pacto. Cuando se hacen esfuerzos por cambiar esa comunión y compañerismo con relaciones con impíos, entonces puedes esperar desastre.
Santiago, en el lenguaje mas claro, le recuerda a la iglesia de lo que escribe, que cuando ellos buscan ser amigos del mundo, son adúlteros y adúlteras que no pueden ser amigos de Dios.
Es posible, por supuesto, ir al mundo y buscar amistad con el mundo. Hay miembros en la iglesia que hacen eso. Pero también es posible, y tal vez una mayor amenaza a nuestros hogares, invitar al mundo a nuestros hogares. Tenemos a nuestra disposición, en nuestro mundo moderno, toda la facilidad de hacer eso- traer compañerismo del mundo a nuestros hogares. No me refiero simplemente al hecho de que hacemos un lugar en nuestros hogares para los impíos, aunque esto sea prohibido por las Escrituras; pero que hacemos un lugar en nuestros hogares para hombres impíos, a través de invenciones modernas: televisión, radio, VCR, libros, revistas del mundo. Buscamos tener amistad y compañerismo con el mundo compartiendo sus pecados.
¿Por qué no debemos tener compañerismo con impíos? La respuesta está en el texto: Su corazón piensa en robar e iniquidad hablan sus labios. O lo podemos ponerlo de esta manera: Su corazón estudia violencia y los labios hablan iniquidad. Del corazón proviene un río de violencia. Y como sabes, el corazón es la fuente de donde brotan todos los asuntos de la vida. Violencia está en el corazón y la violencia se derrama. La violencia contra Dios, contra Cristo, contra el matrimonio, contra los vecinos, contra todos. La violencia se derrama en un río del corazón. Cuando admites en tu casa la violencia contra Dios y contra Su ley, contra todo aquello que es sagrado, contra el matrimonio y contra la crianza de lo hijos, es imposible edificar un hogar. Esto es lo que el Espíritu Santo dice de la vida. ¡Y El sabe!
Y la iniquidad está en sus labios. Esto es lo que los impíos hablan todo el tiempo – pecado. Nunca escuchas algo más. Iniquidad. No pueden hablar de nada más. Parece que están hablando de algo inofensivo. Y nosotros decimos, “Ah, no está tan mal, nunca escuché groserías o nada parecido”. El Espíritu Santo dice que sus labios hablan iniquidad. Y, permitir en tu hogar a alguien que habla únicamente iniquidad, es una amenaza intolerable en la edificación del hogar Cristiano dentro del pacto.
¿Realmente harías esto si tuvieras la intención de edificar una casa dentro del Pacto, donde está el temor de Dios? ¿Invitarías a un hombre a vivir contigo que se rehusara a orar contigo, quien se burla de la iglesia, quien se ríe del matrimonio, que es un adúltero e inmoral, que blasfemia el nombre de Dios, que no guarda el Día del Señor? ¿Tendrías a un hombre como tal en tu casa? Lo haces. Invitas a hombres como esos a tu casa. Y les das la oportunidad de decir lo que quieran – en la presencia de tus hijos. ¿Invitarías a una prostituta a tu casa que expone su sexualidad? ¿Invitarías a vivir contigo a una banda que toca rock pesado? Pero haces esto cuando enciendes la televisión.
Un hogar no puede ser edificado de esta manera. Esas son influencias que corrompen y corroen y hacen imposible la edificación de un hogar.
¿Qué es necesario para la edificación de un hogar? El texto menciona tres cosas: Conocimiento, prudencia y ciencia. A través de la sabiduría la casa es edificada. Y por prudencia es establecida. Y por ciencia los cuartos serán llenados de riquezas preciosas y agradables.
Necesitamos analizar brevemente estos tres requisitos.
Por el conocimiento, quiere decir, el verdadero conocimiento de Dios a través de Cristo Jesús como ha sido revelado y dado a nosotros por las Escrituras. Las marcas de un hogar cristiano están encontradas en la Biblia. No necesitas libros. No necesitas videos de un instituto matrimonial. Lo único que necesitas es la Escritura. No comprendo porque la gente no puede entender esto. Tal vez es difícil hacer esto porque toma un esfuerzo conciente para ser un estudiante de las Sagradas Escrituras. Buscamos el camino corto, el camino fácil, la formula simple que nos garantice éxito en la edificación del hogar. Lo que realmente queremos, es una simple fórmula que nos dé el éxito mientras continuamos nuestro camino egoísta y envidioso. Pero la Palabra de Dios es nuestra guía. Todo está allí, hasta el más mínimo detalle.
A veces me da la impresión que jóvenes recién casados creen que hogares se hacen automáticamente, como Topsy en La Cabaña del tío Tom – No tienen que hacer nada al respecto. No requiere ningún esfuerzo. Pueden ir y hacer sus cosas y de alguna manera el hogar va a hacerse automáticamente.
Nunca funciona de esa manera. Cuesta trabajo la edificación de un hogar. Tenemos la promesa de la fidelidad de Dios, que El establecerá su pacto con nosotros y nuestros hijos y salvarnos en nuestra generación. Pero su promesa no significa que podemos caminar en desobediencia e infidelidad. Dios continúa Su pacto a través de generaciones por nuestra fidelidad en la edificación del hogar. No pasa automáticamente. Y esto requiere que los padres den constante y detallada atención a lo más insignificante en edificar un hogar. Los esposos tienen que atender a sus esposas; y las esposas tienen que vivir en un rol de sujeción a sus maridos. Los esposos y esposas, juntos, tienen que asegurarse de construir un matrimonio. No pasa automáticamente. Tienen que poner atención a los detalles. Tienes que besar a tu esposa de vez en cuando. Tienes que decirle que la amas. Tienes que orar por ella. Tienes que hablar con ella. Algunos matrimonios jóvenes están en un gran problema y no pueden entender porque sus matrimonios están en problemas. Uno habla con ellos por un tiempo y pronto se vuelve evidente que no ponen atención a la construcción del matrimonio y en establecer un fundamento sobre una roca firme.
Así mismo es con los hijos, un hogar no sucede automáticamente. Requiere atención constante a los detalles, los detalles de los planos. La Biblia nos dice como formar una familia. Pero atención detallada a los planos es necesaria. Y eso es Sagrada Escritura.
La palabra “prudencia” (entendimiento) enfatiza el hecho que conocimiento es crucial para la edificación del hogar, tiene que ser un conocimiento que se levanta del amor por Dios. Un hombre impío, puede leer la Biblia también, pero el no la entiende con el verdadero entendimiento espiritual que es requerido para construir un hogar. La manera de entender las Escrituras es viniendo a ellas como un niño; con un corazón humilde; dispuesto a arrodillarte en sujeción a ellas; viniendo a ellas con el deseo de ser instruido a los pies de Jesús. Uno puede venir a las Escrituras y escuchar lo que dicen y responder: “Si, pero si hago lo que las Escrituras me dicen, se interpone en lo que quiero hacer. Así que lo pospondré. Ignoraré lo que dicen las Escrituras y lo atenderé en el futuro.” Eso no es entenderlas. Entenderlas significa tener deseo como el de un niño y venir con humildad a ser obediente a Su Palabra, no importa lo que cueste.
¿Qué es ciencia? (sabiduría) Dios es sabio, y la sabiduría de Dios es personificada en Cristo y revelada a través de El. Dios nos enseña Su sabiduría en Cristo. En Su eterno e inmutable propósito, Dios decide cual es la mejor y más alta meta de todo lo que hace. Y así el escoge el mejor camino para realizarlo. La meta es la gloria de Su Nombre a través de Jesús. Y el camino de alcanzar la meta es la salvación de la iglesia a través de Cristo Jesús. Toda la historia sirve para el establecimiento de Su reino, por Cristo.
Cuando Dios confiere sabiduría a los suyos, El les permite hacer lo que El hace. Nosotros escogemos la más alta meta, por su gracia, para nuestras vidas. Y escogemos el mejor camino para alcanzar esa meta.
¿Cuál es esa alta meta que la sabiduría escoge? ¿Es tener una casa de $200,000.00 y dos carros nuevos? ¿Esa es la meta más alta? Pensarías muchas veces, cuando ves la vida de ciertos cristianos que así es. Entonces, el mejor medio de alcanzar esa meta es, por supuesto, ser hombres envidiosos de hombres impíos y buscar su compañerismo y amistad. Pero si tu meta es construir un hogar, eres sabio. Si usas los mejores bienes a tu disposición para construir tal hogar, eres sabio. La forma de construir un hogar es seguir los planos de las Escrituras. El hombre sabio sigue los planos. Con sabiduría la casa es construida.
Un hombre sabio hace la meta de su vida, construir un hogar donde el pacto de Dios con su gente es reflejado; un hogar donde la Palabra reina; un hogar donde la conversación es espiritual; donde Cristo es Rey; donde los padres e hijos viven en el temor del Señor. Esto es lo único importante para el. Todo lo demás se va por la borda. Y porque la sabiduría es esencialmente Cristo (Proverbios 8), un hogar es construido en Cristo la Roca. Construir en Cristo la Roca, significa que padres e hijos reconocen que tan difícil y humanamente imposible es construir esta casa. Ellos, entonces, diario se encuentran al pie de la cruz confesando sus pecados, buscando perdón y consuelo, y así, encontrar gracia en tiempo de necesidad.
La Bendición de la Misma
Cuando los padres son sabios, el hogar es construido en Cristo. Y cuando las tormentas de la vida vienen, porque vendrán, esa casa permanecerá. Las tormentas furiosas de la lujuria y fornicación golpean contra la casa, pero la casa no puede ser destruida. Un mundo donde las posesiones materiales son el alfa y el fin de la vida no puede destruirlo. Donde las tormentas, problemas, dolores, aflicciones, y sufrimientos soplan contra el hogar, ese hogar no es, roto a pedazos pero las tormentas sirven para llevar a la familia mas cerca. Es un hogar construido y establecido en la Roca.
Ese hogar será lleno con riquezas preciosas y agradables.
En el tiempo de Salomón, riquezas preciosas y agradables se referían a la tierra de Canaán, porque Canaán era una imagen del cielo. Dios le mostró a Israel un poco acerca de cómo será el cielo en la tierra que fluye con leche y miel. Cuando Israel no construyó hogares que estaban dentro del pacto, el cautiverio era el fin y Canaán se convirtió en un páramo. En la dispensación la referencia es a riquezas de nuestro Canaán celestial. La bendición de un hogar dentro del pacto, no son riquezas materiales o riqueza económica.
Un hogar dentro del pacto, tiene mayores tesoros que duran para siempre. Es un hogar donde hay paz y silencio, tranquilidad y serenidad. Es un hogar donde el favor de Dios descansa, lo cuál es más importante para el hijo de Dios que nada más. Es un hogar donde hay risas y diversión, amor, paciencia y comprensión. Es un hogar donde Cristo es adorado y servido. Es un hogar, donde la familia experimenta, en su viva de familia, las riquezas del pacto de Dios.
Esas son riquezas preciosas y agradables, mucho mejores y más preciadas que cualquier tesoro terrenal.
Es un hogar donde es encontrado el inicio del cielo, porque refleja el pacto familiar de Dios.
Un hogar donde los padres y los hijos finalmente salen a su casa de muchas mansiones en la que Cristo ha preparado un lugar para ellos.