Rev. Rodney Kleyn
Lucas 21:11
13 Marzo 2016 / Numero 3819
Reformed Witness Hour http://reformedwitnesshour.org/broadcast/natural-catastrophes-and-the-end/
Queridos Amigos del Radio,
Hoy llegamos a otro signo de la venida de Jesucristo; éste es, catástrofes naturales. En Lucas 21:11, Jesús dice esto: “Y habrá grandes terremotos, y en varios lugares hambres y pestilencias y habrá espantos y grandes señales del cielo.”; En el evangelio de Mateo, capítulo 24, en la segunda parte del versículo 7, Jesús dice algo similar: “y habrá pestes, y hambres, y terremotos en diferentes lugares”. Estas son señales de la venida de Jesucristo.
Las señales de la venida de Jesús no nos dicen el día o la hora, ni precisamente cuán cercana está la venida de Jesús. En cambio, nos dicen que Él viene. Los discípulos le habían preguntado a Jesús “la señal de su venida y del fin del mundo”. Pero Jesús no les da sólo una señal, sino una gran cantidad de ellos. La razón es que ellos no necesitaban saber el día o la hora de su venida. Pero, en cambio, necesitan ser recordados a través de estas señales que Él viene, estar siempre listos y estar siempre velando. Estas señales sirven a la gran señal de la predicación del evangelio. Así, mientras Jesús retrasa su venida, no sólo debemos estar espiritualmente alertas al hecho de que Él viene, para que seamos guardados del engaño de Satanás y del espíritu anticristiano y el materialismo de nuestra época, pero también debemos estar ocupados en la gran obra de la predicación del evangelio. Este evangelio debe predicarse en todo el mundo, y entonces vendrá el fin. En esto es lo que debemos estar ocupados hasta que Jesús vuelva de nuevo.
Así que tenemos que ser advertidos mientras pensamos en estas señales. Jesús Dice, En los postreros días vendrán falsos maestros, y dirán: “Yo soy el Cristo”. Ellos engañarán a muchos. Ellos dirán: “aquí está, allá está”. El tiempo se aproxima y ellos trataran de predecir el día y la hora del regreso de Jesucristo. El hombre es curioso. El quiere saber. Por lo tanto, no debemos ser barridos por los falsos maestros.
En cambio, mientras haya guerra entre las naciones, de las que hablamos la última vez, y mientras haya hambrunas, terremotos, pestilencias y señales en los cielos, el fin no es todavía. El final se acerca. Se está acercando, pero aún no es.
Hoy vamos a hablar de las catástrofes naturales y su relación con el fin del mundo.
Una catástrofe natural es un desastre en el ámbito de la creación física que produce sufrimiento humano generalizado. En el texto de Lucas 21:11, Jesús se refiere a estas catástrofes naturales en cuatro esferas diferentes de la creación, cuatro reinos diferentes de la naturaleza.
Primero, menciona grandes terremotos en varios lugares. Eso significa en todos los lugares. Un terremoto es un desastre o una catástrofe geológica. Por lo tanto, incluidos en los terremotos, podemos pensar en los volcanes, tsunamis, avalanchas, deslizamientos de tierra, inundaciones, y así sucesivamente. Estos son catastróficos. Por lo general vienen sin previo aviso, y traen muerte y destrucción en gran medida. Podemos nombrar estos lugares: Nepal, Chile, Haití, Sumatra, Japón, China, California; y de inmediato pensamos en grandes desastres naturales como resultado de estas catástrofes geológicas. Cambios poderosos llegaron a los paisajes. Montañas han sido reducidas, islas se han movido por estos terremotos.
Entonces Jesús menciona las hambrunas. Podemos pensar aquí en todos los desastres climáticos, meteorológicos. Así que pensamos en el calor y la sequía y la escasez de alimentos y la inanición y el fuego. O pensamos en las ventiscas frías e invernales y en la muerte y destrucción. O podemos pensar en viento y tornados y tormentas tropicales y huracanes y, de nuevo, grandes inundaciones. El desastre más mortal registrado has sido climático. En 1931, las inundaciones en China mataron a 4 millones de personas. Estos desastres no sólo traen la muerte, sino que también traen enfermedades, y tienen un efecto masivo en el suministro de alimentos.
El suministro de alimentos en nuestro mundo es muy tenue. Piensen, por ejemplo en estas dos cosas. Imaginense que hay una helada en un estado en los EEUU en la primavera cuando los árboles apenas están dando sus brotes en las huertas y acaba con toda una cosecha entera de manzanas. Durante el resto de ese verano, o ese año, en todo el país y, de hecho, en todo el mundo, el precio de las manzanas casi se duplica. O esto: hay un aumento del 2% en la producción de leche y de repente hay demasiada leche en el mercado y los precios de la leche caen y los agricultores tienen que tirar la leche. No pueden venderla. Piensen también en el problema del hambre global y que el 20% de la población mundial, por ejemplo, está desnutrida y que más de 3 millones de niños cada año menores de 5 años mueren por desnutrición. Entonces usted ve los efectos de estos desastres que están relacionados con el clima.
Entonces Jesús menciona en el texto, la pestilencia. Una pestilencia es una enfermedad de propagación rápida, por lo general contagiosa. Esto puede suceder a través de alimentos o agua o algo así, y pueden pensar en enfermedades como la poliomielitis o la fiebre tifoidea o la muerte negra o la malaria o la influenza o la tuberculosis o, en los últimos años, el SIDA, que en las últimas tres décadas ha matado hasta 25 millones de personas. Tal vez a veces pensamos que debido a la medicina no tenemos que preocuparnos por esto. Tenemos inmunidades, tomamos inyecciones, y así sucesivamente, así que ¿quién tiene que preocuparse por esto hoy? Pero realmente vivimos con gran temor a esto. Puede haber enfermedades incurables como Ébola que se propagan rápidamente por todo el mundo.
Entonces Jesús también menciona señales del cielo y maravillas. Ahora pensamos en las lluvias de meteoritos o en el movimiento de los planetas y las estrellas. Por ejemplo, A pesar de que los reportes de lluvias de meteoritos, que llegan a golpear la tierra son muy pocos y muy esporádicos y que sólo hay alrededor de 20 muertes cada cien años que se reportan a causa de este tipo de desastres, este es uno de los mayores temores de hombre. No es poco probable que si algunas lluvias de meteoritos que ha llegado a la tierra, hubieran golpeado una zona poblada, hubiera matado a miles de personas de una sola vez. Por supuesto, el mundo de la ciencia teme terriblemente que este tipo de desastre venga sobre la tierra.
Estas son las catástrofes naturales de las que Jesús habla como señales de Su venida.
Hay dos cosas importantes que debemos recordar acerca de estas señales. La primera es que son enviadas por Dios. Dios es soberano sobre ellos. Jesús menciona estas diferentes áreas en el mundo creado para mostrarnos que todo el universo está bajo el control soberano de Dios, desde el microbio diminuto que causa alguna enfermedad hasta el movimiento de los planetas y las galaxias. Todas estas cosas que tienen lugar en el área de la creación son, propiamente hablando, actos de Dios. Eso significa que cuando hablamos de cosas en el mundo natural o de catástrofes naturales, no queremos decir que la naturaleza es una ley para sí misma. No debemos hablar de “Madre Naturaleza”. En cambio, Dios está en los cielos, y Dios está en absoluto control. Piensen, por ejemplo, en Isaías 45:7, donde Dios dice: “que formo la luz y creo las tinieblas, que hago la paz y creo la adversidad. Yo Jehová soy el que hago todo esto.” Es posible que no entendamos por qué Dios envía estas cosas. Es posible que no entendamos por qué vienen a una ciudad o a una nación y no a otra. No podemos entender por qué los justos sufren y los malvados no. Pero debemos ver que la mano de Dios está en todas estas cosas. Así como Dios envía lluvia sobre justos e injustos, así Él envía estas tormentas y estas catástrofes en todo el mundo. De hecho, como señala el libro de Apocalipsis, capítulo 6, es Jesús quien envía estas cosas. Él es el que envía el caballo amarillo que trae la muerte entre los hombres a través de catástrofes.
Como pueblo de Dios, al final, esa es nuestra consolación. Es por la providencia de Dios que Él controla todas las cosas para que nada pueda suceder (no lluvia o sol, años fructíferos o estériles) fuera de Su voluntad y propósito.
La otra cosa que hay que recordar acerca de estas señales es que, aunque siempre han tenido lugar en la creación y siempre serán parte de la historia del hombre, hay, y habrá, un aumento de estas mientras nos acercamos más al fin del mundo. No decimos esto sólo, o principalmente basados en la observación y la ciencia, sino escuchando lo que las Escrituras dicen sobre estos señales. La Biblia muestra esto de dos maneras. Primero, habla de las señales de la venida de Jesucristo como dolores de parto (Mateo 24:8). Jesús dice que estos son parte del principio de los dolores. Con el tiempo, aumentarán en frecuencia y en intensidad, hasta que finalmente traigan a Jesús al mundo.
Luego, también, vemos en las Escrituras una comparación entre estos desastres naturales como ocurren a lo largo de la historia del mundo y estos desastres naturales como vendrán al final. Así, en Lucas 21:11, Jesús habla de estos grandes terremotos en diversos lugares y hambrunas y pestilencia y señales aterrorizantes, y así sucesivamente, como algo que está en pasando a lo largo de la historia. Pero entonces, cuando llegamos a los versículos 25 y 26 El habla de señales nuevamente en el reino creado en conexión con Su venida final. El Dice: “Entonces habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, confundidas a causa del bramido del mar y de las olas; desfalleciendo los hombres por el temor y la expectación de las cosas que sobrevendrán en la tierra; porque las potencias de los cielos serán conmovidas”. Lo que esto nos dice es que todas estas señales, a medida que aumentan en frecuencia e intensidad a lo largo de la historia, resultará finalmente, en un día, en una gran agitación cataclísmica en la cual, dice la Biblia en II Pedro 3, todas estas cosas se fundirán con un calor ardiente.
Ahora, es importante para nosotros ver la relación entre estas catástrofes naturales que tienen lugar en la historia con el fin del mundo. Hay un pasaje importante en el libro de Romanos, capítulo 8, que nos ayuda a entender esta relación. En Romanos 8:19-23, leemos acerca de la creación gimiendo y con dolores de parto, esperando que no sólo sea liberado de la esclavitud de la corrupción, sino que también espere la libertad de los hijos de Dios. Vean aquí una relación entre lo que tiene lugar en la creación, que aquí se llama gemido y dolor, con el fin, el último final cuando Jesús regresará y traerá redención a Su pueblo y también a la creación.
Para entender bien esa relación, tenemos que ver la historia de estos desastres naturales. Por historia, me refiero no a la observación científica, sino a la historia bíblica, a la historia de la redención. Tenemos que mirar estos a la luz de la creación y luego la caída del hombre en el pecado, y luego la redención que vendrá en el final.
Primero, miramos estas catástrofes a la luz de la creación. Entonces vemos que Dios creó un mundo en el principio sin pecado, que era perfecto. Él nombró a Adán como jefe de ese mundo. Cualquier cosa que hiciera Adán afectaría el ambiente en el que Dios lo colocaba. Dios llamó a Adán a obediencia y Dios lo llamó a multiplicarse y llenar y subyugar la tierra. Él le advirtió que su pecado traería la muerte no sólo a sí mismo, sino toda la creación. El mundo de los desastres, las catástrofes naturales que conocemos hoy, no es el mundo que Dios hizo en el principio. Los desastres naturales no son naturales en absoluto. En el primer mundo había una unidad perfecta entre Dios y la creación. Todos los componentes de esta creación servían en perfecta armonía con Dios su Creador para traerle gloria a Él. No había muerte. No había un desequilibrio violento en la creación. Todo lo que Dios había hecho era muy bueno. Ahí es donde empezamos – en la comprensión de la historia de los desastres naturales.
Pero también debemos ver estas catástrofes a la luz de la caída en el pecado. La caída fue el resultado de la desobediencia del hombre. En el pecado, el hombre violó su pacto vital con Dios (la armonía que existía no sólo entre él y Dios, sino también entre Dios y todo el universo creado, que estaba bajo la dirección de Adán). Así que Adán sometió la creación a la muerte y la maldición, y el hermoso mundo que Dios había creado fue maldecido por Dios mismo.
Vean, eso explica las catástrofes naturales. Podemos decir que son repercusiones de la caída del hombre en el pecado. Dios, de una manera muy breve, habló de esto cuando dijo a Adán que la tierra produciría espinas y espinos, que la tierra estaría en contra de Adán. En estas catástrofes naturales, se ve esto en una escala más grande – el efecto dominó de la caída del hombre en pecado. Todo eso, como señalamos ya, puso el fundamento hacia el juicio final y violento que vendrá sobre el hombre y su mundo. Hebreos 12:26 y 27 dice que Dios ha sacudido la tierra una vez y que la sacudirá una vez más. Esto no se refiere sólo a la destrucción de este mundo físico, sino al mundo tal como está en relación con Dios. Todo lo que se opone a Dios, todo lo que está desconectado de Dios en rebelión como resultado del pecado, será sacudido libremente. Habrá un juicio violento, un fuego eterno, y una incineración de todo lo que está en contra de Dios. Entonces la única cosa que quedará de pie será Dios y Su Palabra y Su pueblo que están ligados por Su Palabra en fe a Él. Así que se deben ver estas catástrofes a la luz de la caída del hombre en el pecado.
Y entonces también se deben ver a la luz de la redención. Estas catástrofes que tienen lugar en este universo y en esta creación nos dicen que el hombre y el universo necesitan redención. Necesitan liberarse de la maldición del pecado. Esto es lo que vemos en el evangelio. A pesar de que la maldición de Dios cayó sobre el hombre y la creación, Dios no abandonó y Dios no abandonará todo esto a la muerte y destrucción. Así como la maldición sobre Adán afectó a la creación, así la bendición, la salvación y la promesa que vino a Adán en Jesucristo vendrían sobre toda la creación. Eso es parte de lo que se quiere decir en Juan 3, donde dice que Dios amó al mundo, el cosmos. Jesús, a través de su muerte, quitó la maldición que había venido sobre esta creación, no sólo del hombre sino también de la creación. Así que, otra vez, Romanos 8: la creación misma gime y tiene dolores esperando ser liberada. Espera la redención de los hijos de Dios, pero también su propia liberación de la maldición. Por lo tanto, así como la maldición del pecado tiene efectos sobre nosotros y nos envejecemos, también este mundo bajo la maldición de la muerte es cada vez más y más viejo. Los gemidos de la creación son los gemidos de la vejez bajo la maldición.
Esa también es la manera de entender esta tierra. La evolución dice que vivimos en una tierra vieja que tiene millones y miles de millones de años. La Biblia nos enseña en cambio que estamos viviendo en una tierra joven que está bajo la maldición y se ha vuelto vieja. vean, si ustedes creen en la evolución, no es ninguna sorpresa que ustedes son temeroso. Ustedes miran este mundo y miran lo que está pasando en este mundo y piensa que va a venir una gran catástrofe natural que destruirá la posibilidad de existencia del hombre. Pero entonces veanlo a la luz de su historia (Creación, caída y redención) y ustedes verán que no se supone que vivamos en este mundo para siempre y que este mundo no se supone que durará para siempre (por millones o miles de millones de años). En cambio, se está preparando no sólo para la destrucción, sino también para la redención y la recreación en los nuevos cielos y la nueva tierra.
Así que debemos ver estas catástrofes en relación a ese fin, a la venida de Jesucristo. Entonces recuerden, cuando hablamos del fin, hablamos no sólo de la terminación del tiempo, sino de la meta y propósito de Dios. Esa meta y propósito es la venida de Jesucristo y la recreación de los cielos y la tierra.
¿Cuál es la relación, entonces, de estas catástrofes con ese fin y ese objetivo?
Primero, estas señales previenen el día de la venida de Jesucristo. Así como las guerras y los rumores de guerras y tensiones políticas y barreras del lenguaje son usados por Dios para impedir que el mundo se una como uno solo, para levantarse en sus fuerzas contra la iglesia y contra el pueblo de Dios; así como Dios distrae los poderes del mundo por esas cosas, así por estos desastres naturales impide el surgimiento del reino del Anticristo. Esto significa que estos desastres naturales sirven al pueblo de Dios. Ellos sirven a la iglesia y ellos sirven al evangelio y ellos sirven a la predicación del evangelio mientras continúa a lo largo de la historia. Así que estas señales deben recordarnos que Dios es el Rey sobre todos. Que cuando las naciones se enfurecen y los reinos se estremecen, cuando las montañas se lanzan en las profundidades del mar y los mares rugen, Dios está en el trono, y debemos estar quietos y saber que Él es Dios.
Pero no sólo estos desastres naturales previenen el fin, sino que también se preparan para el fin y el día en que Jesús vendrá otra vez. El mundo en el que vivimos no puede durar para siempre. En cierto sentido, los científicos tienen razón al temer la viabilidad a largo plazo del planeta en el que vivimos. Pero vean, hay una tormenta levantándose, y los desastres naturales son todos una parte de esta tormenta creciente que culminará en el regreso de Jesucristo en el juicio. Ese es el punto del aumento de las señales directamente conectados con la venida de Jesucristo al final. Cristo viene, y este mundo se derretirá con un calor fervoroso. Entonces Cristo hará nuevas todas las cosas.
Ahora, como con los otros señales, como creyentes debemos responder no con miedo, sino con confianza. Tenemos este conocimiento, este conocimiento viene de Dios, y creemos en la Palabra de Dios que nos da este conocimiento y estas maravillosas promesas. Nos enseña que no pongamos nuestro corazón en las cosas de esta tierra, sino que, por fe, levantemos los ojos hacia el cielo. Ahí es donde vamos. Entonces usted piensa en las palabras de Jesús en Lucas 21:28, donde dice que cuando vemos que todas estas cosas suceden, debemos levantar la cabeza, porque nuestra redención está cerca.
Así que nos acordamos de las palabras de Pedro: Al ver que todas estas cosas se fundirán con un calor ardiente, ¿como deben andar en santa y piadosa manera de vivir? En las catástrofes, Cristo dice: “Yo vengo.” Él dice a Su pueblo: “No temas, yo estoy en el trono.” Y Él les dice: “Tu redención está cada vez más cerca, entonces no tengas miedo. “Estos son los gemidos y los dolores de parto de la creación”. Es la espera de la creación que traerá a Jesucristo mismo y los nuevos cielos y la nueva tierra. Así que, en confianza, decimos al oír y ver estas cosas, “Ven, Señor Jesús. Amén.”
Oremos.
Padre, te agradecemos por Tu control sobre los cielos y la tierra y la forma en que Tú trabajas a través de la historia para traer a Jesús de nuevo. Oramos para que podamos tener corazones listos para su regreso y para que seamos aquellos que son guardados, no sólo de las ansiedades y los problemas de esta vida terrenal, sino también de las posesiones y los tesoros a los cuales podríamos inclinarnos nuestro corazón. Guárdanos Señor, con los cielos mente y anhelando el día en que Jesús vendrá. Oramos en el nombre de Jesús, Amén.