Kenneth Copeland se coloca hoy como uno de los líderes del movimiento de la fe. Sus numerosos materiales, combinado con sus cruzadas y sus centros de alcance internacional, atestigua su vasta influencia. Copeland es responsable por esparcir muchas de las enseñanzas antibíblicas.
La Fuerza de la Fe
De los diferentes puntos de vista sostenidos por los maestros de la fe, Copeland se enfoca primordialmente en el entender la fe como una fuerza. “La fe es una fuerza de poder”, el afirma. “Es una fuerza tangible. Es una fuerza conductiva”. Por otra parte, “la fe es una fuerza espiritual… es substancia. La fe tiene la habilidad de afectar a la substancia natural”. Como “la fuerza de gravedad… hace la fuerza de gravedad funcione… esta fuerza de la fe… hace las leyes del mundo espiritual funcionen”. Copeland afirma que “Dios no puede hacer nada por ti separado o apartado de la fe”, porque “la fe es la fuerte de poder”. Además, “todo lo que puedes hacer o ver o tocar, todo lo que puedes tocar, sentir todo lo que es percepción de los cinco sentidos físicos, fue originalmente la fe de Dios, y nació en substancia de la fe de Dios”. En otras palabras, “la fe fue el material substancial primo que el Espíritu de Dios usó para formar el universo”.
Copeland erróneamente saca estas definiciones de fe de Hebreos 11:1. “Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”. Ni el texto original griego ni la traducción al inglés o español soportan lo que Copeland entiende por fe. Lo mismo es cierto por lo que cree de las palabras habladas. Además, la idea de que las palabras funcionan como contenedores de palabras de fe, no hace ningún sentido si no hay tal cosa como la “fuerza de la fe” (requiriendo empaquetar y su transportación) en primer lugar.
Un Dios de Proporciones Humanas
El punto de vista de Copeland de Dios no es mejor que su comprensión de la fe. El describe a Dios como alguien “como tu y como yo… Un ser de seis pies y dos pulgadas de altura o seis pies y tres pulgadas, que pesa un par de cientos de libras, y tiene un tamaño de mano de nueve pulgadas”. La declaración de Copeland está basada en la mal interpretación de Isaías 40:12 (¿Quién midió las aguas con el hueco de su mano y los cielos con su palmo, con tres dedos juntó el polvo de la tierra, y pesó los montes con balanza y con pesas los collados?). Pero siguiendo la misma línea de interpretación, el dios de Hagin de seis pies de altura, debió haber “pesado las montañas en una inmensa balanza, y los montes en una enorme báscula (v.12b).
Pero, la Biblia nunca intentó transmitir la idea de que Dios tiene características físicas como Su creación. Descripciones humanas simplemente fueron hechas para ayudarnos a entender e identificarnos con nuestro creador. Jesús declaró, “Dios es espíritu” (Juan 4:24), no un espíritu hecho con un cuerpo (Dt. 4:12). El Creador es, después de todo, “Dios y no hombre” (Oseas 11:9). La forma reducida de Copeland acerca de Dios, es amplificada por una correspondiente inflada vista del universo en general y el hombre en particular. El dice que la tierra es “una copia del planeta madre (el cielo= donde Dios vive”. Exactamente como puede Copeland “apretar” a Dios en un planeta es increíble de entender, especialmente porque Salomón dijo que el cielo mismo no puede contener lo infinito de Dios. (1 Reyes 8:27)
Miembros de la Clase de Dios
Copeland sobreenfatiza similaridades entre Dios y el hombre hasta el punto que cualquier distinción se convierte virtualmente cero: “La razón de Dios por crear a Adán, fue su deseo de reproducirse a si mismo… Adán es tan parecido a Dios como puede ser, igual que con Jesús… Adán en el jardín del Edén, era Dios manifestado en la carne”. De hecho, el término “imagen” y “semejanza” (demuth) simplemente significa similar o parecido, no identidad.
Copeland dice que “el hombre fue creado para conocer esa gran fuerza de la vida que desea en sus sueños. Adán tenía esa fuerza en el antes de que cometiera su traición”. Esto es otro sentido en el que Copeland cree que Adán fue creado en la clase de Dios porque le hizo participar de “las fuerzas invisibles que hacen a Dios, Dios”. Esto destruye la vital distinción entre el infinito Creador y su criatura finita.
Pacto de Conveniencia
De acuerdo con Copeland, “Dios no tenia ningún medio de moverse en la tierra. El tenía que tener un pacto con alguien… El tenía que ser inventado, en otras palabras, o no podría venir”. De hecho, “la razón por la que hizo el pacto, fue para poder entrar a la tierra” “Dios esta afuera viendo hacia adentro” dice Copeland. Para tener una voz en la tierra, va a tener que tener un acuerdo con el hombre aquí”. “Como el hombre fue la principal figura en la caída”, dice Copeland, “el hombre tenía que ser la persona clave en la redención, así que escogió a Abram”. Un acuerdo fue hecho entre Dios y Abram que “le dio acceso a la tierra a Dios”. Dios, a cambio, “le prometió de Abraham y sus descendientes en cada área – espiritual, física, financiera y social”.
Comentando acerca de la “oferta”, Copeland escribe que Dios “revindicó con Abraham lo que Satanás había hecho con Adán, con excepción que Dios no usó decepción… y Abram cayó”. Como indica su comentario, Copeland ve el pacto divino como un simple contrato de negocios. Son orientados a beneficiar, no orientados a una relación. Son formados por mutuo consentimiento (por un mutuo beneficio), por negociación, en vez de haber sido iniciado por la parte fuerte ofreciendo una ayuda no negociable (no por necesidad, sino por gracia) – que es el entendimiento tradicional cristiano del pacto de Dios. Se enfocan en el cumplimiento de ciertos términos (desempeño) en vez de fidelidad personal. Copeland dice que “la Palabra del Dios vivo es un contrato”. (Para la enseñanza bíblica del pacto de Dios como el vivo y espiritual lazo entre El y Sus elegidos en Cristo vea aquí:../pamphlets/covenantgodstabernaclewithmen.htm)
La Palabra Hablada hecha Carne
Dios está inyectando Su Palabra en la tierra para producir a este Jesús” explica Copeland. “Estas palabras llenas de fe son las que enmarcan la imagen que está en el… Tenía que colarse en el alrededor de los dioses del mundo (Satanás).” Usando una combinación de fe y confesión, “Dios habló Su Palabra y luego la habló de nuevo… seguía diciendo, ´ya viene. Ya viene´”. Sin embargo, “la única avenida que Dios tenía para traer sus palabras a la tierra, era a través de los hombres… a través de la boca de Sus profetas… Finalmente, el gran momento llegó cuando esa Palabra dio a luz en forma de hombre”. Durante esta última etapa, “los ángeles hablaron las palabras del pacto a María, y el Espíritu de Dios voló sobre ella y generó esa semilla, que era la Palabra de Dios que el ángel le habló. Y así fue concebido en ella, la Biblia dice, una cosa santa. La Palabra se hizo carne”.
La idea de que Jesús sea el producto de generaciones de confesiones positivas no es categóricamente bíblica. Sugiere que “la Palabra” en Juan 1 fue una creación (la personalización de las previas palabras impersonales de Dios) en vez del Creador eternamente existente. (vea vv. 1-3), pero subvirtiendo la deidad de Cristo y la doctrina de la bendita Trinidad. Copeland asegura que Jesús no dijo abiertamente que era Dios porque “El no había venido a la tierra como Dios, El había venido como hombre. El puso a un lado Su poder divino”.
No comprender Filipenses 2:5-7, Copeland dice que el encarnado Cristo “no tenía poderes supernaturales. No tenía habilidades para hacer milagros hasta después de ser ungido por el Espíritu”. Desde el punto de vista de Copeland, tres factores básicos le dieron esa habilidad a Jesús para hacer milagros. Primero, “la fuerza de fe controlaba su ministerio”, Segundo, “El practicaba la autoridad por el uso de palabras” y tercero, “Usó el pacto para controlar las leyes de la naturaleza”. Y todos estos factores están basados en completas mis interpretaciones de la Palabra de Dios.
Muerte Espiritual y Renacimiento en el Infierno
Cuando se refiere a la definición de la expiación de Cristo, Copeland dice, “No fue una muerte espiritual en la cruz que pagó el precio por el pecado … cualquiera puede hacer eso” Supuestamente Jesús “se puso en las manos de Satanás cuando fue a la cruz, y tomó la misma naturaleza de Adán tomó (cuando pecó)”. Copeland se está refiriendo a la naturaleza de Satanás, como Dios pronunció que “Adán moriría espiritualmente – que el tomaría la naturaleza de Satanás la cuál es muerte espiritual”. Añada que “el día que Jesús fue crucificado, la vida de Dios, esa energía eterna que era suya desde su nacimiento, se salió de El y aceptó la misma naturaleza de muerte”. Copeland nos quiere hacer creer que durante una conversación con Jesús, el Hijo de Dios, dijo, “Fue una señal de Satanás la que estaba colgada en la cruz … Yo acepté, en mi espíritu, muerte espiritual …” Jesús, de acuerdo a Copeland, “tuvo que renunciar a Su Rectitud” y “aceptar la naturaleza de Satanás”.
El testimonio de Copeland, por muy real que haya parecido, no está en la Biblia. Usa erróneamente la frase “primogénito de entre los muertos” (Col. 1:18) para reforzar la doctrina del “nuevo nacimiento de Cristo”. De hecho, la palabra Griega “primogénito” (protokos) denota primordialmente, cabeza, y preeminencia. La frase apunta a la supremacía de Cristo “sobre toda la creación” (v.15) en general, y aquellos que serán levantados de entre los muertos en particular, aludiendo al cuerpo de Cristo resurrección – no una resucitación espiritual en el infierno. (Hazle click aquí para escuchar un sermón acerca de “Cristo, el Primogénito de Cada Criatura” y “Cristo, El primogénito de los muertos.”)Más aún, Jasús no fue arrastrado al infierno por Satanás, pero entregó Su espíritu al Padre (Lucas 23:46) y fue directamente al paraíso (v.43). Ni fue torturado por demonios; El triunfó “sobre ellos en la cruz” (Col. 2:15). Jesús pagó por el pecado de los Suyos completamente en la cruz (Mat. 1:21; Juan 19:30)- no convirtiéndose en un ser satánico, pero a través de su sacrificio físico. (Heb.10:10; Col. 1:22).
La Autoridad del Creyente
La base de Copeland por la autoridad del creyente, es que por la conversión, el creyente pasa por un cambio total e inmediato de naturaleza. Al momento del nacimiento espiritual, “el espíritu de Dios vuela sobre ti, y es concebido en tu cuerpo una cosa santa idéntica a Jesús … y allí se imparte la vida de Dios”. Por lo tanto, “tienes que pensar como Jesús pensó. No pensó que es robar ser igual a Dios”. Copeland afirma “Tu no eres un esquizofrénico espiritual, mitad hombre y mitad Dios, eres completamente Dios” y “no tienes un Dios en ti; tu eres uno …”
Sin embargo, las Escrituras nos dicen que hay un solo Dios que habita en los creyentes (Juan 14:17, 23). Incluso, la biblia ve el nacimiento espiritual, no como un cambio en naturaleza (de satánico a divino), pero como una regeneración por el Espíritu de Dios (2 Cor. 5:17; Tito 3:5). Copeland enseña que el creyente cambio en naturaleza (a un dios) trae consigo un cambio proporcional en habilidades. El creyente es aparentemente capaz de “hablar cosas” en existencia por las palabras llenas de fe, o confesión positiva.
En las enseñanzas de Copeland, en la autoridad del creyente, se nos dice que conocer y ejercitar los derechos puestos bajo el pacto garantiza éxito. El remarca que la biblia “es la sabiduría de Dios puesta en un contracto… todo es mío… sigue viéndolo, y sigue leyéndolo y ese contrato te convertirá en ese tipo de persona – cualquier cosa que desees ser”. Copeland traduce este concepto de derechos del pacto en lo que se le ha llamado “el mensaje de la salud y la prosperidad”. “El principio básico de la vida cristiana es saber que Dios puso nuestras enfermedades, tristezas, dolores, penas, pobreza en Jesús en el Calvario”, asegura, “Para El, poner cualquiera de estos sobre nosotros ahora, sería un aborto de la justicia”.
Fatalmente Defectuoso
Prácticamente cada error que hemos notado en la teología de Copeland puede ser atribuida a cuatro razones:
Primero, Copeland parece ser firmemente opuesto a un buen razonamiento. “Los creyentes no deben ser guiados por la lógica”, escribe. “Ni siquiera ser guiados por sentido común”. Isaías 1:18, por otro lado, cita a Dios diciendo, “Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta”.
Segundo, Copeland falla al observar algunos principios básicos de interpretación bíblica. Su negligencia en esta área es clara por su terrible entendimiento de palabras claves y su desprecio del contexto donde aparecen. La biblia, sin embargo, estresa la importancia de usar Su Palabra correctamente. (2 Tim. 2:15).
Tercero, Copeland no parece reconocer la importancia de teología sistemática, como aparece en lo que dice, “Yo no predico doctrina, predico fe”. Aunque no se de cuenta, su predicación de fe y otros temas constituyen doctrina, la cuál es combinada con su teología (no importa que tan inconsistente sea). Le haría bien seguir la advertencia divina “ten cuidado de ti mismo y de la doctrina…” (1 Tim. 4:16).
Cuarto, Copeland muestra una actitud abierta de desdén y falta de respeto por lo que históricamente se ha establecido como los principios de la iglesia cristiana. Reconocidamente, la tradición debe ser probada con la Palabra de Dios. Pero, debe ser reconocido que ciertos puntos de vista históricos, especialmente los que aplican a doctrinas esenciales cristianas y se expresan en credos reformados, son importantes, probadas por el tiempo y resúmenes de verdades fundamentales bíblicas. Desviarnos de esto, es rechazar el corazón de la fe cristiana.
La Escritura nos advierte, “Hermanos míos, no os hagáis maestros muchos de vosotros, sabiendo que recibiremos mayor condenación” (Santiago 3:1). Copeland siendo un falso maestro, ha hecho, de el mismo un enemigo del evangelio: “Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema.Como antes hemos dicho, también ahora lo repito: Si alguno os predica diferente evangelio del que habéis recibido, sea anatema.” (Gal. 1:9).