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¿Es lícito beber vino? / Is Drinking Wine Lawful?

   

Prof. Herman Hanko

Pregunta: “Pablo habló de tomar vino porque el sistema de agua era defectuoso. Con nuestro sistema de agua pura, ¿es inexcusable beber vino?

El texto al que se refiere el lector es 1 Timoteo 5:23: “Ya no bebas agua, sino usa de un poco de vino por causa de tu estómago y de tus frecuentes enfermedades”.

Sin embargo, el lector se equivoca cuando explica la advertencia de Pablo a Timoteo de beber vino en lugar de agua, porque el sistema de agua era defectuoso. Esto no se menciona en el texto. Por el contrario, Pablo da su razón para aconsejar a Timoteo que beba vino: “por causa de tu estómago y de tus frecuentes enfermedades”.

Esta advertencia a Timoteo es parte de las Escrituras inspiradas. No cabe duda de que hay ciertas enfermedades que puede tener una persona que pueden aliviarse con el uso de “un poco de vino”. Mi propio médico, que no era un firme creyente en la infalibilidad de la Palabra de Dios, me aconsejó que bebiera una copa de vino todas las noches por razones de salud. No me lo recomendó porque fuera consciente de esta advertencia en la Biblia, sino la recomendó porque es una buena práctica médica; los médicos son conscientes de los efectos beneficiosos del vino. La razón por la que se mostraba algo reacio a recomendar el uso del vino era porque temía que el uso excesivo llevara a la adicción. Durante varios años después de darme su consejo, cada vez que me veía me preguntaba: “¿Cuánto vino estás bebiendo?”.

El Espíritu Santo recomienda el vino por motivos de salud, porque el vino es un regalo de Dios que no da regalos dañinos. “Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces” (Santiago 1:17). El significado del texto es este: Todo lo que Dios da es un regalo bueno y perfecto; es el hombre quien toma los dones de Dios y los corrompe usándolos al servicio del pecado.

Pablo se hace eco de esta misma verdad anteriormente en 1 Timoteo cuando advierte contra las personas que prohíben a los santos usar ciertos dones de Dios. Él escribe: “Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios … Prohibirán casarse, y mandarán abstenerse de alimentos que Dios creó para que con acción de gracias participasen de ellos los creyentes y los que han conocido la verdad. Porque todo lo que Dios creó es bueno, y nada es de desecharse, si se toma con acción de gracias; porque por la palabra de Dios y por la oración es santificado” (1 Tim. 4:1, 3-5).

Hay quienes en la iglesia conocen su debilidad en esta área, que para ellos sería peligroso beber, incluso pequeñas cantidades, de bebidas alcohólicas. Sabiamente y en obediencia a Dios, se abstienen—también de beber vino. Beber vino o no, es una cuestión de libertad cristiana y no debe colocarse en el ámbito de las violaciones de la ley de Dios. Como dijo Martín Lutero, “Los hombres pueden equivocarse con el vino y las mujeres. Entonces, ¿prohibiremos y aboliremos a las mujeres?

En la historia reciente de la iglesia se han producido controversias sobre la cuestión de la legitimidad de beber vino. Hay quienes sostienen que beber cualquier bebida alcohólica es malo. Se niegan a usar vino en la administración de la Cena del Señor e insisten en usar jugo de uva. Ellos intentan probar su caso a partir de las Escrituras. He leído su material y lo encuentro poco convincente. No se puede probar a partir de las Escrituras que beber vino sea malo; y, por el contrario, el vino tiene un simbolismo único en las Escrituras, ya que señala la alegría y la prosperidad de la Canaán celestial.

Brevemente, y sin entrar en todos los argumentos, el pecado de Noé no fue plantar una viña y hacer vino de las uvas; fue la embriaguez (Génesis 9:20-21). Judá recibió la bendición de la primogenitura, una parte de la cual es: “Atando a la vid su pollino, Y a la cepa el hijo de su asna, Lavó en el vino su vestido, Y en la sangre de uvas su manto” (Gén. 49:11). El vino se utilizaba en sacrificios en los tiempos del Antiguo Testamento. Dios lo aceptaba como parte de las ofrendas de Israel a El (Núm. 15:5). El Salmo 104:15 menciona el don del vino como parte de las bendiciones de Jehová sobre Israel: “Y el vino que alegra el corazón del hombre, El aceite que hace brillar el rostro”. Cristo describe la belleza de la iglesia con una referencia a la boca de su novia: “Y tu paladar como el buen vino, Que se entra a mi amado suavemente” (Cantares 7:9).

El Señor transformó el agua en vino en la fiesta de bodas en Caná de Galilea, porque los matrimonios son imágenes del verdadero matrimonio de Cristo y Su iglesia, y el vino es un símbolo de la alegría de este matrimonio celestial.

El Señor tomó la copa de vino usada en la fiesta de la Pascua del Antiguo Testamento y la transformó en el vino de la Cena del Señor del Nuevo Testamento, que Él nos ordenó observar hasta que Él regrese para llevar a Su iglesia a la gloria.

Tampoco se puede argumentar que el vino al que se refiere las Escrituras sea en realidad zumo de uva, porque, aunque las Escrituras utilizan diferentes palabras en hebreo para “vino”, las mismas palabras se usan para vino cuando es un regalo de Dios y para las advertencias contra la embriaguez; lo mismo es cierto en el Nuevo Testamento.

Sin embargo, las advertencias contra la embriaguez son importantes y necesarias. Especialmente en aquellas iglesias que se encuentran en culturas prosperas, la embriaguez es un gran pecado, no solo entre los adultos, sino también entre los adolescentes. La adicción es el castigo de Dios en la embriaguez habitual, pero solo porque la embriaguez está mal. Una persona comete pecado al emborracharse solo una vez. Es un pecado grave, no por sus posibles consecuencias, sino por el hecho de que Dios lo prohíbe. La predicación de la iglesia debe advertir contra este pecado y llamar a aquellos que se embriagan a arrepentirse de su pecado.

Pero el terrible pecado de la embriaguez como abuso de los dones de Dios no debe llevarnos a asumir la posición de que la vida cristiana requiere que un hijo santificado de Dios se abstenga de todas las bebidas alcohólicas, incluido el vino. Esto, también es pecado, porque es un desprecio de los buenos dones de Dios. Pablo pronuncia algunas palabras bastante duras contra aquellos que niegan el uso de los dones de Dios. Por tanto, que también el don del vino sea recibido con acción de gracias y santificado por la Palabra de Dios y la oración.

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