Rev. Angus Stewart
II Timoteo 3:16-17 expresa el objetivo de la Biblia: “Toda la Escritura es inspirada [soplada], por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.”
Aquellos versículos hablan específicamente del ministro cristiano. II Timoteo fue escrita para un ministro (Timoteo). Él es nombrado como tu (15) y llamado un “hombre de Dios” (17). El verdadero ministro es un “hombre de Dios” debido a que él es moldeado por y proclama la Escritura inspirada por Dios. Sin embargo, es evidente que estos versículos también se aplican a todos los hijos de Dios.
El argumento del texto se entiende fácilmente. Primero, la Escritura nos enseña, redarguye, corrige y disciplina. Segundo, eso nos hace “perfectos,” capaces y completos. Tercero, el cristiano completo está “enteramente preparado para toda buena obra.”
Esto nos enseña la suficiencia de la Escritura. Toda la Escritura es útil para cuatros aspectos claves (enseñar, redargüir, corregir, disciplinar) para hacer a los cristianos completos y preparados para buenas obras. La suficiencia de la Escritura nos quiere decir que sea suficiente para aprender de historia universal, lo cual no significa que la Biblia sea deficiente. Es suficiente para la tarea para la cual Dios la apuntó. El propósito de la Biblia es hacernos “sabios para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús” (15) y para enseñar, redargüir, corregir e instruirnos en una vida justa. Por lo tanto, esto nos permite hacer buenas obras para glorificar a Dios. Como dice la Confesión de Fe de Westminster 1.6 “La totalidad del Consejo de Dios concerniente a todas las cosas necesarias para su propia gloria y para la fe, vida y salvación del ser humano, está expresamente expuesto en la Biblia, o por buena y necesaria consecuencia puede deducirse de la Biblia.”
Esto significa, primero, que el ministro debe predicar nada más ni nada menos que el completo consejo de Dios tal como aparecen en la Escritura. Segundo, el pueblo de Dios debe querer la predicación de la Escritura con los objetivos y metas específicos que Dios le asignó. Este pueblo no va a decir “no me gusta la doctrina” o “no quiero ser reprendido en la predicación” o “no me gusta la disciplina de la Palabra.” Dios ha dado la Escritura (y su predicación) para enseñar, redargüir y disciplinarnos. Tú no debes sólo querer ser enseñado y exhortado a vivir piadosamente en Cristo Jesús sino que tú debes también necesitar que la doctrina y las alertas de la Escritura sean proclamadas. Debes buscar una iglesia fiel donde la Palabra sea explicada y aplicada en la forma que enseña II Timoteo 3:16-17. Recuerda, de la forma como has sido enseñado, redargüido, corregido y disciplinado por la predicación de la Escritura inspirada por Dios que tú eres más y más preparado para toda buena obra y experimentas el amor, gozo y paz de Dios.
Título original: God-breathed Scripture (4)
Traducida por: Marcelo Sánchez