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La longanimidad de Dios / God’s Longsuffering

       

Herman Hoeksema

El atributo de la longanimidad está estrechamente relacionado con las virtudes divinas del amor, la gracia y la misericordia. De hecho, puede verse como un aspecto u operación de estas virtudes. En el Nuevo Testamento, tenemos los términos μακροθυμεῖν (makrothumein-ser longánimo) y μακροθυμία (makrothumia-longanimidad) para denotar la idea de la longanimidad. En el Antiguo Testamento, el término que más se aproxima a esta idea es אֶֶ֥רֶך אַפַַּ֖יִםְ (e-rek appa-yim-largo o lento de ira, paciente).

אֶֶ֥רֶך אַפַַּ֖יִםְ (e-rek appa-yim) aparece en Éxodo 34:6: «Y pasando Jehová por delante de él, proclamó: Jehová, Jehová, fuerte, misericordioso y clemente, tardo para la ira y grande en misericordia y verdad». Del versículo 5 aprendemos que aquí el Señor proclama Su nombre ante Su siervo Moisés. En Números 14:18, Moisés apela a este nombre de Jehová en su oración para que Dios perdone la iniquidad de su pueblo, al que había amenazado con destruir: «Jehová, tardo para ira y grande misericordia, que perdona la iniquidad y la rebelión, y que de ningún modo dará por inocente al malvado; que visita la iniquidad de los padres sobre los hijos, sobre la tercera y sobre la cuarta generación.» Aquí אֶֶ֥רֶך אַפַַּ֖יִםְ (e-rek appa-yim) se usa en estrecha relación con la misericordia de Jehová.

Del mismo modo, אֶֶ֥רֶך אַפַַּ֖יִםְ (e-rek appa-yim) aparece en el Salmo 86:14-16: «Oh Dios, los soberbios se levantaron contra mí, y una reunión de hombres violentos ha buscado mi alma, y no te pusieron delante de sí. Mas tú, Señor, Dios misericordioso y clemente, lento para la ira y grande en misericordia y verdad, mírame y ten misericordia de mí; da tu poder a tu siervo y salva al hijo de tu sierva».

No sólo aparece aquí «longanimidad» en estrecha relación con la gracia y la misericordia de Dios, sino que el poeta apela también a esta longanimidad cuando se ve amenazado de destrucción por los enemigos que le rodean y buscan su alma. En todos estos pasajes, «longanimidad» denota una actitud hacia Su pueblo, a quien en Su soberana misericordia desea salvar.

Llamativo es el pasaje de Jeremías 15:15: «Tú lo sabes, oh Jehová; acuérdate de mí, y visítame, y véngame de mis perseguidores. No me tomes en la prolongación de tu enojo; sabes que por causa de ti sufro afrenta». Evidentemente, el profeta concibe aquí la longanimidad de Dios como una actitud de Dios hacia Jeremías, ya que está rodeado de sus enemigos que tratan de destruirlo. La longanimidad de Dios se concibe incluso como la causa o razón última de su sufrimiento a manos de los malvados. El sentido de la oración es: «No permitas, en tu longanimidad para conmigo, que el enemigo me persiga tanto tiempo que lo consiga, y yo sea arrebatado».

Lucas 18:7 expresa la misma idea: «¿Y acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche, aunque se demore para con ellos?». Se prefiere la lectura μακροθυμῶν (makrothumōn-es longánimo) a μακροθυμεῖ (makrothumei-es él longánimo). Mακροθυμῶν (makrothumōn-es longánimo) es la lectura más difícil y μακροθυμεῖ (makrothumei-es él longánimo) puede haber sido fácilmente sustituida para simplificar el significado según la idea del copista. Además, μακροθυμῶν (makrothumōn-ser longánimo) expresa la idea que está en armonía con el contexto. Mακροθυμεῖ (makrothumei-es él longánimo) negaría que Dios es sufrido con su pueblo, mientras que en el contexto el énfasis recae exactamente en la idea de que Dios es sufrido con ellos. La sustitución de la forma indicativa del verbo puede explicarse por el intento de eliminar el aparente conflicto con el versículo 8, donde se nos asegura enfáticamente que Dios vengará a Su pueblo con prontitud. Debemos mantener, por lo tanto, que el participio da la lectura correcta.

Además, la sana exégesis prohíbe explicar «con ellos», en Lucas 18:7, como refiriéndose al enemigo que odia y persigue a la iglesia y hace sufrir a los elegidos en el mundo. Aquí no se menciona a los enemigos. El Señor está hablando de los elegidos que sufren persecución en el mundo, a quienes se exhorta a orar siempre y a no desmayar nunca, y a quienes se presenta aquí clamando a Dios día y noche. En Lucas 18:8, el Señor nos asegura que Dios los vengará prontamente. En medio de todas estas afirmaciones concernientes a los elegidos, leemos que Dios es longánimo «con ellos» (sobre ellos). Sería una violación de toda sana exégesis referirse con esta frase a los enemigos del pueblo de Dios.

La idea de Lucas 18:7 es, por tanto, la misma que la de Jeremías 15:15. Excepto que Lucas 18:8 añade que Dios vengará rápidamente a Su pueblo. La longanimidad de Dios es sin duda un aspecto de Su misericordia hacia Su pueblo. La longanimidad de Dios es sin duda un aspecto de Su misericordia hacia Sus elegidos. Al añadir la promesa de que Él los vengará prontamente, se excluye la idea de que Él permitirá que sufran innecesariamente. De Lucas 18:7-8, así como de Jeremías 15:15, aprendemos que la longanimidad de Dios es un aspecto u operación de Su misericordia hacia Su pueblo, concebido como objeto de odio y persecución en el mundo.

El mismo pensamiento se expresa en 2 Pedro 3:9: «El Señor no retarda su promesa, como algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos vengan al arrepentimiento». Con vistas a la gloriosa esperanza de los cielos nuevos y la tierra nueva, en los que mora la justicia, se exhorta a los creyentes a considerar la longanimidad de Dios como salvación (v. 15).

En las epístolas de Pedro, la Iglesia es concebida como la compañía de extranjeros y forasteros en el mundo, que tienen la promesa de la salvación final y la esperanza de la realización de esa promesa, pero que, mientras están en el mundo, deben sufrir por causa de Cristo. Especialmente debido a su actual estado de angustia y tribulación en el mundo, anhelan fervientemente la realización de la promesa y la venida del Señor en gloria. Sin duda, habían esperado la venida del Señor en una fecha próxima, olvidando que para el Señor un día es como mil años, y mil años como un día. En estas circunstancias, empezaron a impacientarse. Su estado se vio agravado por el escarnio de los burladores, que señalaban el hecho patente de que todas las cosas seguían siendo como habían sido desde el principio. Así, los santos consideraban una negligencia que el Señor no hubiera cumplido todavía su promesa.

Pero el apóstol exclama que esta aparente tardanza del Señor no debe ser considerada como negligencia. Esto es sólo una manera negativa de decir que Él vendrá tan pronto como sea posible para la salvación de Sus elegidos. Como el Señor lo expresó al final de la parábola del juez injusto, Él los vengará rápidamente. Que aún se esté demorando debe considerarse como Su longanimidad hacia los elegidos. Todos deben salvarse. No quiere que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento. Sólo después de que el número de los elegidos se haya completado, la promesa de Dios podrá realizarse final y completamente. No es necesario añadir que la interpretación que explica que el término «todos» se refiere a todos los hombres es totalmente imposible.

(Herman Hoeksema, Reformed Dogmatics [Grandville, MI: 2004], vol. 1, pp. 166-169)

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