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La misericordia de Dios / God’s Mercy

      

Herman Hoeksema

El atributo de la misericordia de Dios puede considerarse un aspecto de Su santidad. El Santo está consagrado a Sí mismo y centrado en Sí mismo como único bien. Pero, así como el bien es también bello y gracioso, así también Aquel que es en Sí mismo el único bien y la fuente de todo bien, es también el absolutamente bienaventurado, y quiere ser el más bienaventurado, así como revelarse como bienaventurado al bendecir a sus criaturas. Esta es la misericordia de Dios.

El término más frecuentemente empleado en el Antiguo Testamento para expresar el concepto de misericordia es חֶסֶד (khe-sed-misericordia), y se usa a menudo en relación con רַחֲמִים (rakh-a-meym-entrañas, misericordias), el plural de רָ֫חֶם (ra-khem-el vientre, las partes interiores como sede de los afectos tiernos), equivalente al griego τὰ σλπὰγχνα (ta splankna-las entrañas, las misericordias), pero traducido a menudo en la Septuaginta por οἰκτιρμοί (oik-tirmoi- misericordias).

El Salmo 25:6 y el Salmo 40:11 usan חֶסֶד (khe-sed-misericordia), y רַחֲמִים (rakh-a-meym-entrañas, misericordias) como sinónimos: «Acuérdate, oh Jehová, de tus piedades y de tus misericordias, que son perpetuas» (Sal. 25:6). Aquí el hebreo de «tus misericordias» es רַחֲמֶֶ֣יךָ (rakh-a-meykha), y «tus piedades» es la traducción del hebreo חֲסדֶיךָ (khe-sed-eyka). La Septuaginta traduce רַחֲמִים (rakh-a-meym-entrañas, misericordias) por οἰκτιρμοί (oik-tirmoi-misericordias), la Vulgata por miserationes (compasiones), el inglés por tender mercies, el alemán por Barmherzigheit (misericordia), el holandés también por barmhartigheid (misericordia), mientras que el francés tiene miserecordes (compasiones). חֶסֶד (khe-sed-misericordia) se traduce por ἐλεος (eleos-misericordia) en la Septuaginta, mientras que la Vulgata tiene misericordia (misericordia, piedad), y el inglés tiene lovingkindnesses. El alemán, sin embargo, traduce Gute (bondad), mientras que el holandés tiene goedertierenheid (benevolencia, bondad), y el francés tiene graces (gracias).

En el Salmo 40:11 leemos: «Tú, Jehová, no apartes de mí tus misericordias [רַחֲמֶֶ֣יָך, rakh-a-meykha-tus entrañas, misericordias]; tu misericordia [חֲסדֶי, khe-sed-ey-tus misericordias] y tu verdad me guarden siempre.» Aquí la Septuaginta traduce רַחֲמִים (rakh-a-meym-entrañas, misericordias) por οἰκτιρμούς (oik-tir-mous-misericordias) y חֶסֶד (khe-sed-misericordia) por ἐλεος (eleos-misericordia). La Vulgata traduce las dos palabras por miserationes (compasiones) y misericordia (misericordia) respectivamente, el alemán por Barmherzigkeit (misericordia) y Gute (bondad), el francés por campassions (compasiones) y bonte (bondad), mientras que el holandés tiene barmhartigheid
(misericordia) y weldadigheid (beneficencia). Existe, por tanto, una relación muy estrecha entre ambas palabras. Fundamentalmente expresan la misma idea. Ambas se refieren a los afectos y expresan la noción del deseo de hacer bienaventurados y felices.

Sin razón aparente, la Septuaginta traduce דחֶסֶ (khe-sed-misericordia o bondad) por δικαιοσύνη (díkaio-súnē-justicia) en Génesis 20:13 y Génesis 21:23. En ambos casos, la palabra ἐλεος (eleos-misericordia) habría sido más adecuada, pues la palabra hebrea denota una manifestación concreta de muestra de afecto y bondad. Lo mismo ocurre en Éxodo 15:13, donde חֶסֶד (khe-sed-misericordia) se refiere evidentemente al profundo afecto de Dios por su pueblo revelado en su liberación de la esclavitud de Egipto.

Es interesante Isaías 40:6: «Toda carne es hierba y toda su gloria como la flor del campo». El hebreo tiene חֶסֶד (khe-sed-misericordia) por «bondad». La Septuaginta, sin embargo, traduce misericordia por δόξα (doksa-gloria), y la Vulgata tiene gloria (gloria), el alemán Gute (bondad), el francés grace (gracia), y el holandés goedertierenheid (benevolencia, bondad). Aquí, חֶסֶד (khe-sed-misericordia) revela afinidad con חֵ֥ן (khane-gracia) en el sentido de belleza, gracia, como muestra claramente la comparación con la flor del campo. Quizá la relación haya que buscarla porque los afectos tiernos son bellos en su manifestación.

También es importante Jeremías 31:3: «Jehová se me manifestó hace mucho tiempo diciendo: Con amor eterno te he amado; por tanto, te extendí mi misericordia.» Aquí se subraya la estrecha relación entre חֶסֶד (khe-sed-misericordia) y el amor de Dios אהַב (a-haḇ-hasta mucho después), como su fuente más profunda. La traducción de חֶסֶד מְשַכְתְִֵ֥ךי (me-shak-teyk khes-ed-con amorosa bondad te he atraído) es algo difícil. חֶסֶד מְשַךְ (meshak khes-ed) significa realmente «atraer, prolongar la misericordia», como en Salmo 36:10: «Extiende tu misericordia a los que te conocen, y tu justicia a los rectos de corazón.» En el Salmo 109:12, la misma expresión aparece con una connotación algo diferente: «No tenga quien le haga misericordia». Aquí el significado es probablemente: «Que no haya quien le extienda misericordia». La dificultad en Jeremías 31:3 es el doble acusativo מְשַכְתְִֵ֥ךי (me-shak-teyk-tu prolongación) y חֶסֶד (khe-sed-misericordia). El significado es probablemente «prolongué tu existencia al tenderte la mano con mi misericordia». La fuente de este acto de misericordia es el amor soberano e inmutable de Dios hacia su pueblo. Él amaba a Israel; por lo tanto, Su misericordia se extendió hacia ellos a medida que se hundían más profundamente en la miseria; de este modo son preservados, y su existencia es prolongada o continuada. La Septuaginta traduce aquí חֶסֶד (khe-sed-misericordia) por οἰκτιρημα (oik-tir-ema-misericordias). En el amor eterno, Dios se afecta tiernamente hacia Su pueblo, movido por la voluntad de bendecirlo. Ésa es su misericordia.

Hermoso, también, es Jeremías 31:20: «¿Es Efraín hijo precioso para mí? ¿Es niño predilecto? Pues desde que hablé contra él, me he acordado de él constantemente. Por eso mis entrañas se conmovieron por él; ciertamente tendré misericordia de él, dice Jehová.» El afecto de Jehová por su pueblo se expresa aquí con mucha fuerza. El original de «ciertamente tendré misericordia de él» es ra-khem araha-menoo-con misericordia tendré misericordia de él, que la Septuaginta traduce por ἐλεῶν ἐλεήσω αὐτόν (con misericordias tendré misericordia de él).

En Isaías 63:7 los dos términos חֶסֶד (khe-sed-misericordia) y רַחֲמִים (rakh-a-meym- entrañas, misericordias) aparecen juntos con muy poca diferencia de significado. Pero tanto el contexto como el texto destacan que la misericordia de Jehová y su gran bondad son el motivo divino para bendecir a su pueblo y destruir a sus enemigos. Es ese tierno afecto hacia Israel, esa voluntad de bendecirlo, ese deseo del corazón de Jehová de ver a Israel bendecido y feliz, la razón positiva de Su ira de la que habla todo el contexto precedente. Porque cuando «el año de [Sus] redimidos ha llegado», Jehová vio que no había nadie que lo ayudara; por lo tanto, Su propio brazo le trajo la salvación, y Su furia lo sostuvo. Aplastará al pueblo en su ira, lo embriagará en su furor y derribará sus fuerzas a tierra (vv. 4-6). Pero en cuanto a su pueblo, «en toda angustia de ellos él fue angustiado, y el ángel de su faz los salvó; en su amor y en
su clemencia él mismo los redimió, y los alzó, y los llevó todos los días de la antigüedad» (v. 9). Recordando esto, el profeta exclama: «De las misericordias de Jehová haré memoria, de las alabanzas de Jehová, conforme a todo lo que Jehová nos ha dado, y de la grandeza de sus beneficios hacia la casa de Israel, que les ha dado según su compasión y según la multitud de sus misericordias» (v. 7). La misericordia de Jehová es su tierno afecto por su pueblo y su voluntad de bendecirlo y concederle todo bien.

חֶסֶד (khe-sed-misericordia) se usa en relación con בְרית (berith-pacto), el pacto eterno de Dios con su pueblo, como en Deuteronomio 7:9: «Conoce, pues, que Jehová tu Dios es Dios, el Dios fiel, que guarda el pacto y la misericordia a los que lo aman y guardan sus mandamientos, hasta mil generaciones.» Y en el Salmo 89:28: «Para siempre le conservaré mi misericordia y mi pacto será firme con él». La idea es que el pacto de Dios y Su misericordia son inseparables. Su pacto es un pacto de misericordia. Es en y según Su pacto que Él es misericordioso con Su pueblo y que lo bendice con toda la bendición de la salvación en Cristo.

Este es también el pensamiento de los pasajes del Nuevo Testamento que mencionan la misericordia de Dios, como 1 Pedro 1:3: «Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su gran misericordia nos ha regenerado para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos.» Nótese que aquí la misericordia es la norma de la gran salvación que Dios obra en favor de su pueblo y de la abundante bondad que le otorga al sacarlo de la miseria para llevarlo a la gloriosa herencia preparada para él. Esta misericordia se llama «gran» por la profundidad de la miseria de la que salva y por la altura de la gloria a la que conduce al pueblo de Dios. Por tanto, la misericordia es un
fuerte afecto de amor hacia Su pueblo en la miseria y un poderoso deseo de hacerlo bienaventurado en el grado más alto posible. El mismo pensamiento se expresa en Judas, versículo 21 y en 1 Timoteo 1:16, aunque en 1 Timoteo 1:16 se usa el verbo. En Efesios 2:4-5, también se usa el verbo, y especialmente se enfatiza fuertemente el poder de la misericordia divina como la voluntad de Dios de bendecir. Se dice que Dios es rico en misericordia. Siendo rico en misericordia, nos dio vida juntamente con Cristo, para satisfacer así las exigencias de su amor con que nos amó. Especialmente el contexto enfatiza la idea de que la misericordia es el fuerte deseo de hacer que su objeto sea bendecido en el grado más alto posible; aunque estábamos muertos por delitos y pecados, por la misericordia de Dios resucitamos con Cristo y nos sentamos con Él en los lugares celestiales (v. 6). Hermoso a este respecto es Romanos 9:23, donde los que son ordenados a la gloria eterna son llamados «vasos de misericordia», sobre los cuales Dios, al realizarlos como vasos de misericordia, revela las riquezas de Su propia gloria (cf. Lucas 1:50, 54, 58, 72, 78; y nótese el término misericordia en la bendición apostólica, Gl. 6:16; 1 Ti.1:2; 2 Ti. 1:2; 2 Juan, v. 3; Judas, v. 2).

        

La misericordia de Dios definida

Encontramos, pues, los siguientes elementos en la concepción escritural de la misericordia de Dios. La misericordia tiene su asiento en la voluntad, particularmente en el afecto de Dios. Es un afecto divino. La misericordia tiene su propósito en la gloria y la bienaventuranza. Es un afecto divino tal, que desea hacer que su objeto sea perfectamente bienaventurado en el grado más alto posible. Cuando este afecto se dirige hacia un objeto que está en la miseria, se revela como conmiseración y compasión y como poder para liberar de la más profunda aflicción.

Incluso de la misericordia hay que decir que es un atributo de Dios en sentido absoluto. Dios es rico en misericordia (Ef. 2:4), no por relación con nosotros, sino absolutamente y en sí mismo.

Como atributo de Dios, la misericordia es el atributo o virtud de Dios según la cual Él se afecta tiernamente a Sí mismo como el más alto y único bien y la implicación de todas las perfecciones, y como el Dios trino se conoce y se quiere a Sí mismo como el más bendito para siempre.

Con respecto a su pueblo, la misericordia es la virtud de Dios según la cual quiere que sean perfectamente bienaventurados en Él y que gusten de su propia bienaventuranza, y según la cual los conduce a través de la muerte a la vida más elevada posible de su pacto de amistad.

Podemos añadir que no sólo existe una estrecha relación, sino también una clara distinción, entre el amor, la gracia y la misericordia. El amor es el vínculo que une a los éticamente perfectos. La gracia es el agrado objetivo y la atracción subjetiva de lo éticamente perfecto. La misericordia quiere y desea que los éticamente perfectos sean bienaventurados. Debería ser evidente a partir de esto que Dios no puede ser misericordioso con los malvados réprobos y que Su misericordia hacia Su pueblo debe estar fundada en Su elección soberana, según la cual Él los contempla eternamente como perfectamente justos en el amado.

(Herman Hoeksema, Reformed Dogmatics [Grandville, MI: RFPA, 2004], vol. 1, pp. 161-166)

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