por Ron Hanko
A menudo la importancia de la doctrina Bíblica de la Trinidad es poco apreciado por aquellos que creen en ella. Ellos saben que esta doctrina más que cualquier otra, separa al Cristianismo de todas las religiones paganas y de las sectas del mundo, pero no ven lo importante que es para ellos personalmente. Parece una doctrina abstracta y que tiene poco que ver con la vida o la garantía de ella. Sin embargo, esta doctrina es muy importante, incluso para este tipo de asuntos prácticos como la vida familiar.
Considere, primeramente, que la doctrina de la Trinidad nos enseña que este Dios Trino es el único Dios verdadero. Hace esto al enseñarnos que Él es más allá de nuestro entendimiento. Nos hace preguntar juntamente con Job,“¿Descubrirás tú las profundidades de Dios? ¿Descubrirás los límites del Todopoderoso?” (Job 11:7).Dios es Dios; si nosotros podríamos completamente y exhaustivamente entenderlo, Él no sería mayor que nuestras mentes finitas. Por lo tanto Él no sería Dios en absoluto pero si un ídolo fabricado por nuestras mentes y corazones!
En este sentido la doctrina de la Trinidad es la fuente de todo verdadero arrepentimiento, humildad, reverencia y adoración. Recordándonos que Dios es Dios, quien nos trae a nuestras rodillas ante Él de modo que digamos con Job,“He sabido de ti sólo de oídas, pero ahora mis ojos te ven. Por eso me retracto, y me arrepiento en polvo y ceniza.” (Job 42:5-6).
En segundo lugar, la doctrina de la Trinidad nos enseña que Dios es toda nuestra salvación, y toda nuestra esperanza. Todo aquello que necesitamos está en Él. Él es el Padre, nuestro Padre, por el amor de Su Hijo Jesucristo. Él es el único Hijo engendrado, nuestro Hermano mayor. Él es también el Espíritu Santo, quien vine y va como el viento, y quien puede estar en nuestros corazones y trabajar ahí con irresistible poder aun antes que nosotros sepamos de su presciencia.
Cuando nosotros necesitamos saber del amor de Dios, nosotros pensamos de Él y oramos a Él como hijos ante un Padre. Cuando nosotros pensamos que no hay quien conoce de nuestras necesidades y entienda de nuestras pruebas, Él nos recuerda que Su Hijo ha venido en semejanza de carne y Él ha sido tocado con el sentimiento de nuestras enfermedades (Hebreos 4:15) —que Su Hijo es de hecho nuestro Hermano mayor. Cuando sentimos estar lejos de Dios y de toda paz, Su Espíritu testifica con nuestro espíritu que somos hijos de Dios.
En los problemas y las distracciones, en soledad y lamento, en gozo y obediencia, nosotros le encontramos para ser nuestro Dios, no un dios quien está lejos como el dios del Islam, pero el Dios quien está cerca, como Padre, como Hijo, y como Espíritu Santo. Él es nuestro Dios a quien amamos y en quien nosotros podemos con seguridad poner nuestra confianza.
No hay Dios alado de Él, y no hay otro merecedor de nuestra reverencia y alababa.
Tomado de Doctrine According to Godliness por Ronald Hanko, pp. 59-60.
Título en inglés: “The Importance of the Trinity”