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Presentación de la Confesión de Westminster a los Cristianos Reformados / Introducing the Westminster Confession to Reformed Christians

       

Rev. Angus Stewart

Introducción

Una buena forma de explicar algo menos familiar es comparándolo y contrastándolo con lo que es más conocido. Como cristianos de la tradición Reformada Holandesa, nos adherimos a las Tres Formas de Unidad: la Confesión Belga (1561), el Catecismo de Heidelberg (1563) y los Cánones de Dordt (1618-1619). Entonces, ¿cómo comparamos la Confesión de Westminster (1646) usada por el Presbiterianismo?

      

1. Tríada

La Confesión de Westminster viene en una tríada confesional, junto con el Catecismo Mayor de Westminster (1647) y el Catecismo Menor de Westminster (1647), colectivamente conocidos como los Estándares de Westminster. Las Tres Formas de Unidad, nuestra tríada, fueron producidas en (lo que ahora son) tres países diferentes: Bélgica, Alemania (Heidelberg) y los Países Bajos (Dordt o Dordrecht). Es muy diferente con los Estándares de Westminster, ya que sus tres documentos fueron debatidos y finalizados en una sala (la Cámara de Jerusalén) en un edificio (la Abadía de Westminster) — de ahí el nombre de los credos y de los hombres que produjeron estos documentos: los teólogos de Westminster — en una ciudad (Londres), que es la capital de Inglaterra y del Reino Unido (UK).

    

2. Pruebas de las Escrituras

Mientras que las Tres Formas de Unidad, especialmente los Cánones de Dordt, contienen algunas citas y muchas alusiones a varios pasajes de la Palabra de Dios, no incluyen textos de prueba oficialmente aprobados. Las notas a pie de página en las diversas ediciones de las Tres Formas de Unidad han sido añadidas posteriormente por teólogos y/o comités.

Sin embargo, La Confesión de Westminster y los otros dos documentos de los Estándares de Westminster, vienen con pruebas bíblicas proporcionadas por los teólogos de Westminster, según lo requerido por la Cámara de los Comunes, la Cámara Baja del Parlamento inglés en el Palacio de Westminster. Los Estándares de Westminster contienen un gran número de citas de versículos o pasajes de las Escrituras (¡más de 4,900!) en forma de notas a pie de página.1 A pesar de que están en letras mucho más pequeña que el texto de la confesión y los catecismos, estos suelen ocupar más de la mitad de cada página de las diversas ediciones de los Estándares de Westminster. Estos textos oficiales de pruebas bíblicas no solo nos ayudan a ver el razonamiento de los teólogos de Westminster, especialmente dado a las partes claves de los versículos de la Biblia citados que están en cursiva, sino que también aumentan el valor de los Estándares de Westminster en la instrucción teológica.

Como un ejemplo, citamos la declaración sucinta y útil de la Confesión de Westminster de la communicatio operationum (comunicación de operaciones) o communicatio apotelesmatum (comunicación de operaciones mediadoras en y por el bien de la obra de salvación) de nuestro Señor Jesús, seguida de los tres últimos de sus cinco textos bíblicos de prueba:2

En la obra de la mediación, Cristo actúa conforme a ambas naturalezas, haciendo por medio de cada naturaleza lo que es propio de cada una. Aunque por razón de la unidad de la persona, aquello que es propio de una naturaleza, algunas veces se atribuye en la Escritura a la persona denominada por la otra naturaleza (8:7)

Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la cual él ganó por su propia sangre. (Hechos 20:28)
Nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo; el Hijo del Hombre, que esta en el cielo (Juan 3:13)
En esto hemos conocido el amor, en que él puso su vida por nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos (1 Juan 3:16).

      

3. Forma

En cuanto a su forma, la Confesión de Westminster es similar a la Confesión Belga en el sentido de que ambas son confesiones, no catecismos (con preguntas y respuestas) ni cánones o tesis. Al igual que la Confesión Belga, el orden de los temas tratados en la Confesión de Westminster es similar al de una obra de teología sistemática: las doctrinas de la escritura (cap. 1), Dios (caps. 2-5), el hombre (cap. 6), Cristo (caps. 7-8), la salvación (incluida la vida cristiana; caps. 9-24), la iglesia (caps. 25-31) y las últimas cosas (caps. 32-33). Sin embargo, no toda la Confesión de Westminster encaja fácilmente en esta clasificación, como el excelente y detallado capítulo veintidós, “De los juramentos y de los votos lícitos”.

La Confesión de Westminster contiene 33 capítulos, en comparación con los 37 artículos de la Confesión Belga. Aunque es más larga en términos de capítulos o artículos, la Confesión Belga solo tiene alrededor de dos tercios de la longitud de la Confesión de Westminster en términos de palabras.

       

4. Estilo

Mientras que el tratamiento de los temas en la Confesión Belga es más discursivo y personal (a menudo comenzando con “nosotros creemos” o “nosotros confesamos”), la Confesión de Westminster es más analítica o científica, y cada capítulo consta de un numero de secciones (que van del 1 al 10) en las que el tema se desarrolla lógicamente.

“Del libre albedrío”, un tema al que los teólogos de Westminster dedican un capítulo entero, nos proporciona un buen ejemplo. La Confesión de Westminster 9 comienza con una declaración sobre la naturaleza de “la voluntad del hombre” en general (9:1), antes de tratar la voluntad del hombre desde una perspectiva histórico-teológica (9:2-5): primero, en un “estado de inocencia” antes de la caída (9:2), segundo, en un “estado de pecado” después de la caída (9:3), tercero, en un “estado de gracia” después de la regeneración (9:4) y, cuarto, en un “estado de gloria” en el cielo (9:5).

      

5. Aspectos destacados

La Confesión de Westminster incluye muchos puntos destacados, como sus tratamientos magistrales de las Escrituras (cap. 1) — su capítulo más largo — y del decreto eterno de Dios (cap. 3), incluyendo la elección eterna e incondicional y la reprobación (3:3-8).3 Su inclusión de la doctrina de la adopción (cap. 12) — su capítulo más corto —. es también significativa4

Entre los asuntos que no se presentan tan explícitamente en nuestras Tres Formas de Unidad, la (posterior) Confesión de Westminster incluye excelentes declaraciones concernientes, por ejemplo, a la preservación del texto de la Palabra de Dios “por su singular cuidado y providencia” (1:8), la creación del universo por parte de Jehová en “seis días” (4:1), su soberanía absoluta sobre todos los pecados e incluso la caída de la humanidad (5:4; 6:1), la salvación de todas las demás personas elegidas que “sean incapaces de ser llamadas externamente por el ministerio de la palabra” (10:3) y el error de la teonomía: “A ellos [es decir, a los israelitas del Antiguo Testamento] también, como a un cuerpo político, él [es decir, Dios] les dio diferentes leyes judiciales, que expiraron junto con el estado de ese pueblo. Por lo tanto, no obligan ahora a ningún otro pueblo, más allá de lo que la equidad general de ellas lo requiera” (19:4). La Confesión de Westminster contiene excelentes definiciones de la iglesia “invisible” (25:1) y de la “iglesia visible”, que “se compone de todos aquellos, en todo el mundo, que profesan la verdadera religión, juntamente con sus hijos”, antes de agregar: “fuera de la cual no hay posibilidad ordinaria de salvación” (25:2). ¡Es fácil ver la relevancia de todos estos artículos para nuestros días!

La Confesión de Westminster enseña claramente y comprensiblemente el bautismo del pacto, de la familiar o del hogar tanto de los creyentes como de su descendientes (Gen. 17:7; Hch. 2:38-39; 16:15, 33; 18:8; 1 Cor. 1:16; 7:14) en contra del anabaptismo (28:4, 6), señalando que es “un pecado grave despreciar o descuidar esta ordenanza” (28:5). Además, “el sacramento del bautismo debe ser administrado una sola vez a cada persona” (28:7). En cuanto al modo, la inmersión de la persona en el agua “no es necesaria” (28:3).

Escuchen esta crítica penetrante y equilibrada de las supuestas buenas obras de los inconversos, en oposición a la falsa doctrina de Abraham Kuyper de una justicia civil producida por los incrédulos debido a una supuesta “gracia común” de Dios:

Las obras hechas por personas no regeneradas, aunque, por lo que se refiere a ellas, pueden ser cosas que Dios ordena, y de buen uso tanto para ellos como para los demás; sin embargo, porque no proceden de un corazón purificado por la fe; ni se hacen de manera recta, según la palabra; ni para un fin correcto, la cual es la gloria de Dios; por lo tanto, estas obras son pecaminosas, y no pueden agradar a Dios, ni hacer que una persona sea apta para recibir la gracia de Dios. Y, sin embargo, su descuido hacia ellas es más pecaminoso y desagradable delante de Dios (16:7).

El artículo de la Confesión de Westminster sobre la conciencia no solo es famoso, sino también conmovedor:

Dios es el único señor de la conciencia, por tanto, en asuntos de fe y adoración, la ha dejado libre de doctrinas y mandamientos de los hombres, las cuales son en alguna manera contrarios a su palabra, o añadidos a ella. De modo que creer tales doctrinas, u obedecer tales mandamientos por conciencia, es traicionar la verdadera libertad de conciencia; y requerir una fe implícita y una obediencia ciega y absoluta, es destruir la libertad de conciencia y también la razón (20:2).

       

6. Desacuerdos

Lamentablemente, nos vemos obligados por la misma Escritura infalible (cf. 1:10) a estar en desacuerdo con alguna parte del capítulo 24 de la Confesión de Westminster, “Del matrimonio y el divorcio” —un tema no tratado en nuestras Tres Formas de Unidad.

En primer lugar, la Confesión de Westminster enseña dos causales para el divorcio: no sólo el “adulterio” sino también “el abandono voluntario que de ninguna manera puede ser remediado por la iglesia o el magistrado civil” (24:6). Sin embargo, Cristo solo dio una excepción que permitía el divorcio: “fornicación” (Mt. 5:31-32; 19:9). De acuerdo con 1 Cor. 7:15, si el hijo de Dios casado es abandonado por su cónyuge inconverso a causa de su fe en Cristo, él/ella no debe perseguirlo incansablemente (“esclavitud”). En cambio, el creyente debe aceptar la situación, porque “Dios nos ha llamado a la paz”. Nada menos que el archi-puritano, el Dr. William Gouge (1575-1653), uno de los miembros más activos de la Asamblea de Westminster, un asesor (o asistente) de su portavoz (o presidente) y presidente del comité que redactó la Confesión de Westminster, presenta esta exégesis correcta de 1 Cor. 7:15.5 El divorcio en la Inglaterra del siglo XVII era casi inexistente, ya que sólo estaba disponible para unos pocos hombres selectos y requería una ley del Parlamento. Hoy en día, el divorcio es desenfrenado, siendo concedido por prácticamente cualquier razón — la posición de los fariseos (Mt. 19:3) —, y esto es aceptado por el estado y la iglesia, incluida la gran mayoría de las denominaciones presbiterianas, contrariamente a la Confesión de Westminster 24. Como los mismos teólogos de Westminster señalaron, “la corrupción del hombre [es] tal que es propensa a estudiar argumentos, para separar indebidamente a aquellos a quienes Dios ha unido en matrimonio [Mt. 19:5-6; Mar. 10:7-9]” (24:6).

En segundo lugar, la Confesión de Westminster 24:5 permite que la “parte inocente” se vuelva a casar mientras su cónyuge está vivo: “En el caso de adulterio después del matrimonio, es lícito para la parte inocente presentar demanda de divorcio, y después del divorcio casarse con otra persona como si la parte ofensora estuviese muerta”. Esto no concuerda con la supremamente autoritativa Palabra de Dios, que enseña que el matrimonio es disuelto solo por Jehová en la muerte (real, física) y que casarse con otra persona mientras el cónyuge está vivo es “adulterio” — ya sea que uno sea la parte culpable o sea la “parte inocente” (Mar 10:11-12; Luc. 16:18; Rom. 7:2-3; 1 Cor. 7:10-11, 39). Trágicamente, siguiendo al mundo, la mayoría de las iglesias presbiterianas permiten el nuevo matrimonio no solo de la “parte inocente” sino también de la parte culpable, así como el nuevo matrimonio de aquellos que se han divorciado por cualquier razón.6

      

7. Modelo

Ni la Confesión Belga, ni el Catecismo de Heidelberg, ni los Cánones de Dordt han sido utilizados como modelos para un credo de otra tradición confesional. En contraste con nuestras Tres Formas de Unidad y, de hecho, con las otras confesiones reformadas de los siglos XVI y XVII, la Confesión de Westminster si ha sido empleada de esta manera por dos grupos protestantes diferentes: los Congregacionalistas y los Bautistas. Tanto la Declaración de Saboya (1658) como la Confesión Bautista de Londres (1677; nuevas ediciones 1689, 1719, 1720, 1791 y 1809) omiten el contenido de la Confesión de Westminster 24:5-6, con sus dos causales para el divorcio (adulterio y abandono) y la concesión del nuevo matrimonio de la “parte inocente”.

La principal diferencia entre la Confesión de Westminster y la Declaración de Saboya se refiere, por supuesto, a la política eclesiástica. El credo Congregacionalista omite por completo los capítulos “De las censuras eclesiásticas” (cap. 30) y “De los sínodos y concilios” (cap. 31) de Westminster, modifica los capítulos “Del magistrado civil” (cap. 23) y “De la Iglesia” (cap. 25), y añade un nuevo capítulo: “Del Evangelio y de la extensión de su gracia” (Declaración de Saboya 20).

Básicamente, la Confesión Bautista de Londres acepta las omisiones, modificaciones y adiciones de la Declaración de Saboya a la Confesión de Westminster (como se mencionó anteriormente). Con respecto a la Confesión Bautista de Londres, Philip Schaff escribe:

Es simplemente la recensión o revisión bautista de la Confesión de Westminster, al igual que la Declaración de Saboya es la recensión o revisión congregacional de la misma Confesión de Westminster. Sigue a la Confesión de Westminster en sentimiento y lenguaje, con muy pocas alteraciones verbales, excepto en la doctrina de la Iglesia y los Sacramentos.7

En comparación con el tratamiento que da la Confesión de Westminster a los sacramentos (cap. 27) y al bautismo (cap. 28), los capítulos correspondientes de la Confesión Bautista de Londres son más cortos en longitud y más superficiales en teología. Además, ellos excluyen a los hijos de los creyentes e incluyen mucha más agua.

¿Qué pasa con el rol de los diversos credos mencionados en este artículo en lo que respecta a la suscripción de los oficiales, las clases de membresía, la enseñanza, la disciplina de la iglesia, etc.? En general, las Tres Formas de Unidad tienen una función más significativa en las iglesias de la tradición Reformada Holandesa que los Estándares de Westminster en las iglesias Presbiterianas. A su vez, la Confesión de Westminster, junto con el Catecismo Mayor de Westminster y el Catecismo, Menor de Westminster, son generalmente más prominentes en las iglesias Presbiterianas que la Declaración de Saboya y la Confesión Bautista de Londres (o cualquier otro credo) están entre los Congregacionalistas y los Bautistas, respectivamente.

     

Conclusión

Los siete puntos de este artículo sobre la Confesión de Westminster pueden ser divididos en tres secciones. El primero ve la Confesión de Westminster como la primera parte de la tríada de los Estándares de Westminster, junto con el Catecismo Mayor de Westminster y el Catecismo Menor de Westminster (#1), todos los cuales vienen con pruebas oficiales de las escrituras en las notas al pie de página (#2). La segunda parte considera la Confesión de Westminster en sí misma (#3-6), en términos de su forma (#3) y estilo (#4), así como algunas de sus principales fortalezas (#5) y una debilidad (#6). La tercera parte trata su uso como modelo para la Declaración de Saboya y la Confesión Bautista de Londres, aproximadamente una década y tres décadas después, respectivamente (#7).

Mediante esta presentación de las similitudes y diferencias de la Confesión de Westminster con nuestras Tres Formas de Unidad, se espera que los cristianos de la tradición reformada holandesa sean más capaces de entender, apreciar y beneficiarse de este gran credo protestante elaborado por los teólogos de Westminster en la Cámara de Jerusalén en la Abadía de Westminster en Londres.

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1 Stephen Pribble, Índice de las Escrituras de los Estándares de Westminster (Scripture Index to the Westminster Standards) (Dallas, TX: Presbyterian Heritage Publications, 1994), p. 7.
2 Richard A. Muller explica que estos dos “términos latinos [son] usados por los reformados para indicar la obra común de las dos naturalezas de Cristo, cada una haciendo lo que le es propio de acuerdo con sus propios atributos” (Diccionario de términos teológicos latinos y griegos: extraídos principalmente de la teología escolástica protestante (Dictionary of Latin and Greek Theological Terms: Drawn Principally from Protestant Scholastic Theology [Grand Rapids, MI: Baker, 1985], p. 74).
3 Para lo primero, véase B. B. Warfield, “The Westminster Doctrine of Holy Scripture”, en The Works of Benjamin B. Warfield (Grand Rapids, MI: Baker, repr. 2000), vol. 6, pp. 155-257.
4 Cf. Angus Stewart, “Adopción: Una exposición teológica de una doctrina descuidada” (“Adoption: A Theological Exposition of a Neglected Doctrine)”, British Reformed Journal, número 25 (enero-marzo, 1999), pp. 18-35.
5 Cf. “William Gouge sobre la deserción“.
6 Para obtener más información sobre el matrimonio, el divorcio y las segundas nupcias, vea “Recursos sobre el matrimonio“. (“Resources on Marriage)”.
7 Philip Schaff, Credos de la Cristiandad (Creeds of Christendom) (Grand Rapids, MI: Harper & Brothers, rev. 1931), vol. 1, p. 855.

Traducido por Jorge Carbajal

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