Rev. Angus Stewart
Jeremías 23:5-6 proclama: “He aquí vienen días, dice Jehová, en que levantaré a David renuevo justo, y reinará como Rey, el cual prosperará y hará juicio y justicia en la tierra. En sus días será salvo Judá e Israel habitará confiado; y éste será su nombre con el que lo llamarán: Jehová, justicia nuestra.”
En el último número de News, vimos cómo la profecía de Jeremías sobre el “Renuevo” (5) se cumple en nuestro Señor Jesucristo. Ahora pasamos a lo que probablemente sea lo más distintivo y sorprendente de este pasaje de la Sagrada Escritura: llama a nuestro Salvador “JEHOVÁ, JUSTICIA NUESTRA” (6).
En primer lugar, Él es nuestra justicia como Alguien que es Dios según Su Persona, es decir, la Segunda Persona de la Santísima Trinidad. En nuestro texto, Cristo es llamado “Jehová” (6), es decir, “YO SOY EL QUE SOY” (Ex. 3:14), el eterno e inmutable. Esta es una prueba clara de la Deidad de Jesucristo, pues “éste será su nombre con el que lo llamarán: Jehová, justicia nuestra.” (Jer. 23:6).
Este no es el único pasaje que habla directa y explícitamente de la divinidad de Cristo, incluso en el Antiguo Testamento. En el Salmo 45:6, se habla así de Cristo: “Tu trono, oh Dios, es eterno y para siempre; el cetro de equidad es el cetro de tu reino.” Isaías 9:6 le llama “Dios fuerte” (cf. 10:21).
Pero lo que es más sorprendente es que Jeremías 23:6 confiesa que Jesucristo no sólo es Jehová, sino que es “JEHOVÁ, JUSTICIA NUESTRA.” Eso es asombroso, ¡y además viene en el Antiguo Testamento!
En segundo lugar, Aquel que es nuestra justicia no sólo es Dios según Su Persona, sino también un hombre según Su naturaleza humana. Jeremías 23:6 enseña la humanidad de nuestro Salvador al presentarlo como descendiente de David, de su familia, lo que presupone Su nacimiento y naturaleza humana (Mateo 1:1; Hechos 2:29-30; II Tim. 2:8).
Así pues, la imagen completa de nuestro texto, en consonancia con el resto de la Palabra de Dios (p. ej., Jn. 1:1-3, 14; Ro. 1:3-4; 9:5), es que Jesucristo es tanto Dios como hombre, pues es a la vez Jehová y descendiente de David (Jer. 23:5-6).
Ahora la pregunta es, ¿Cómo es Él “JEHOVÁ, JUSTICIA NUESTRA”? Primero, ¿es esto una referencia al carácter justo de Cristo? Después de todo, Él es llamado “renuevo justo” (5). Sin embargo, esta es Su justicia personal, no “JEHOVÁ, JUSTICIA NUESTRA.” La justicia personal de Jesús es la base y la presuposición de que Él sea “Jehová, justicia nuestra.”
Segundo, ¿habla este título de Cristo de Su gobierno justo? ¿No dice Jeremías que Él “hará juicio [o justicia]” (5)? Pero esto es el ejercicio de la justicia de nuestro Salvador en Su reinado de gracia sobre nosotros. No es lo que significa que Él sea “JEHOVÁ, JUSTICIA NUESTRA.”
Tercero, ¿se refiere “JEHOVÁ, JUSTICIA NUESTRA” a Su justicia infundida o derramada en nosotros por el Espíritu Santo? Esta es una verdad bíblica, pero no es la idea de nuestro texto, porque en ninguna parte de la Escritura se llama a Cristo “JEHOVÁ, JUSTICIA NUESTRA” (o algo parecido) con respecto a la justicia infundida, la justicia interior transformadora de la santificación.
En cambio, “JEHOVÁ, JUSTICIA NUESTRA” habla de la justicia imputada de la justificación. Imputar significa contabilizar. Es un término legal o contable. En nuestra justificación, la justicia de Cristo es imputada a nuestra cuenta como si nos perteneciera. Así Dios el juez nos declara justos. Esta es nuestra posición legal porque Jesús es “JEHOVÁ, JUSTICIA NUESTRA.”
Aquí hay cuatro pruebas sencillas de que “JEHOVÁ, JUSTICIA NUESTRA” se refiere a la justicia imputada de la justificación. Primero, notamos la similitud entre este nombre para nuestro Salvador y “la justicia de Dios” (Rom. 1:17; 3:21-22; 10:3; II Cor. 5:21; II Ped. 1:1; cf. Fil. 3:9), una frase clave en la enseñanza bíblica con respecto a la justificación. Tanto “JEHOVÁ, JUSTICIA NUESTRA” como “la justicia de Dios” hablan de justicia, una justicia divina y una justicia divina que es nuestra, porque “la justicia de Dios” se nos imputa graciosamente y la recibimos sólo por la fe.
Segundo, II Corintios 5:21 explica cómo Jesús es “JEHOVÁ, JUSTICIA NUESTRA”: “Porque al que no conoció pecado [es decir, a Dios], por nosotros lo hizo [es decir, a Cristo] pecado, para que nosotros fuéramos hechos justicia de Dios en él.”
Asimismo, en tercer lugar, la declaración de I Corintios 1:30 de que “Cristo… nos ha sido hecho… justicia”, es decir, justicia en la justificación, da la razón por la cual el Hijo de Dios encarnado, obediente, crucificado y resucitado es llamado “JEHOVÁ, JUSTICIA NUESTRA.”
Cuarto, Romanos 3:21-22 enseña la misma preciosa verdad: “Pero ahora, sin la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la ley y los profetas; la justicia de Dios por medio de la fe de Jesucristo, para todos y sobre todos los que creen.” “La justicia de Dios” (21, 22) está en “Jesucristo” (22). Esto es “testificado por… los profetas” (21), incluyendo a Jeremías, ¡quien llama a Cristo “JEHOVÁ, JUSTICIA NUESTRA” (23:6)!
Martín Lutero: “Por lo tanto, un hombre puede con confianza jactarse en Cristo y decir: ‘Míos son el vivir, el hacer y el hablar de Cristo, su sufrimiento y su muerte, míos tanto como si yo hubiera vivido, hecho, hablado, sufrido y muerto como él’ … Por la fe en Cristo, por lo tanto, la justicia de Cristo se convierte en nuestra justicia y todo lo que él tiene se convierte en nuestro; más bien, él mismo se convierte en nuestro.