Cornelius Hanko, un extracto del Abanderado, vol. 75, número 17
” y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará” (Mateo 24:12).
Es significativo que en el siglo XX se hayan producido cambios notables, se hayan hecho inventos y descubrimientos, que asombran la imaginación … Nuestros abuelos nunca conocieron las comodidades que ahora damos por sentadas, como el suministro de agua, el refrigerador, las estufas de gas y eléctricas, y el aire acondicionado. Hoy nos preguntamos, cómo se las arreglaron sin ellos …
Una cosa es cierta, todo este desarrollo, junto con nuestra actual bienestar, ha producido un desarrollo extremadamente rápido del pecado. Hoy en día hay muchos más medios y oportunidades para pecar que nunca antes. Esto es evidente por los males que han resultado ser el automóvil, la radio, la televisión y ahora la computadora. El pecado también ha salido mucho más a la luz. Los males que se cometían en secreto, porque todavía eran vistos con desaprobación, ahora son cometidos abiertamente y tolerados por el público en general. Dios no está en todos sus pensamientos. Sus mandamientos son transgredidos en todas las clases sociales, pero también entre aquellos que están en posiciones de autoridad; entre los adultos, pero también … en los adolescentes.
La Palabra de nuestro Señor de que “la maldad se multiplicará” se está cumpliendo. Literalmente leemos que la anarquía se multiplicará. La anarquía ciertamente caracteriza los tiempos en que vivimos. La ley de Dios es pisoteada deliberadamente. Esa ley ya no es el estándar de lo correcto y lo incorrecto, de la justicia o la injusticia. Los que tienen autoridad, así como los jueces, jurados y abogados, están influenciados por el sentimiento público, por el consenso de la mayoría de la gente. Ellos son complacientes con los hombres, en lugar de ser siervos de Dios.
Incluso la iglesia ha sido víctima de la anarquía de nuestros tiempos. En gran medida, el cristianismo se ha convertido en la adoración de ídolos. Dios es considerado como un siervo de la humanidad, esperando y concediendo nuestras peticiones de cualquier cosa que podamos desear. Él sólo envía “buenos regalos” a la humanidad. Las tormentas, las inundaciones y todos los demás desastres no vienen a nosotros de Su mano, sino que son fenómenos de la naturaleza que deben ser superados. Un Dios bueno no enviaría tales males sobre nosotros, suelen decir.
Muchos consideran a Dios como un dios de amor, que está dispuesto y ansioso por salvar a toda la raza humana. Él extiende Su mano con súplicas fervientes, pero Él no puede salvarnos a menos que por nuestra propia voluntad tomemos esa mano. Todos los dones de la salvación están a nuestra disposición, excepto la fe. Nosotros, por nuestra parte, debemos mostrar nuestra voluntad de salvarnos.
Algunos incluso sostienen que la salvación es posible fuera de Cristo, incluso para aquellos que lo rechazan. … Y hay quienes sostienen que, si bien hay un lugar temporal de castigo, nadie permanece en el infierno para siempre, porque en última instancia toda la humanidad se salva.
Necesito recordarles que las blasfemias, antes eran mal vistas, al menos en lugares públicos, ahora se han vuelto tan común que pasan casi desapercibidas. La observancia del Sabbat o día de reposo se descuida cada vez más. Los centros comerciales y las fábricas continúan funcionando como de costumbre. Las tiendas hacen su mayor negocio ese día.
Tal vez uno de los males fundamentales en nuestro tiempo es el descuido o abandono de la familia. La lucha por la igualdad entre los sexos, las madres trabajadoras, todas las comodidades modernas, el ajetreo cada vez mayor—todo esto ha tenido un profundo efecto en la vida familiar. — Rara vez toda la familia disfruta tranquilamente del compañerismo en casa, y mucho menos en las comidas. La autoridad y la obediencia, la instrucción y la formación han quedado en el camino …
Los asesinatos de bebés no nacidos y no deseados se cuentan por millones. Nuestros reportes de noticias diarias dan cuenta de numerosos relatos de asesinatos … Muchas comunidades antes pacíficas se han convertido en centros de tráfico de drogas y delincuencia, inseguras para transitar ya sea de día o de noche.
La fornicación y el adulterio se cometen abiertamente y son ahora aceptados. Cada vez hay un gran número de hogares de padres solteros. El divorcio y las segundas nupcias o recasamiento se han convertido en una práctica común, hasta el punto de que las iglesias lo permiten. Aunque las escrituras lo condenan claramente, la homosexualidad encuentra la aprobación común. Y el sexo fuera del matrimonio es prácticamente alentado al poner anticonceptivos a disposición de los adolescentes.
Las loterías, los juegos de azar de todo tipo, se han convertido en una aventura apasionante. El amor al dinero representa todo tipo de males, como el robo, la mentira, el engaño, las murmuraciones y calumnias …
Jesús nos advierte que el resultado de esta abundante maldad es que el amor de muchos se ha enfriado.
Nuestra primera reacción podría ser el pensar que esto no es cierto hoy. Debido al hecho de que hoy se hace más énfasis en el amor que antes, no sólo en el mundo, sino también en la iglesia. Gran parte de la predicación y la enseñanza se centra en el amor, en amarnos unos a otros en el hogar y en la iglesia, amando a nuestro prójimo, amando a todos los hombres. Incluso se enfatiza que Dios ama a toda la humanidad con un ferviente deseo de salvar a todos. Y todo esto se enfatiza en detrimento de la justicia, la rectitud y la santidad de Dios.
El amor del que Jesús está hablando aquí, no es una simple expresión externa de afecto, sino el amor de Dios. Es el amor que llena el corazón de Dios y se difunde en los corazones de su pueblo. Asi amamos a Dios, y amamos al prójimo por amor de Dios. Eso es mucho más profundo que el simple afecto humano que se defiende tan fuertemente en nuestros días.
Nuestro Señor habla de que el amor de muchos se enfría. Literalmente, el texto dice que el amor de muchos se enfriará. Brisas escalofriantes de falsas doctrinas entran en la iglesia. Corrientes de mentalidad mundana llegan a través de la congregación. La creciente anarquía en el ambiente tiene su efecto maligno sobre los miembros del rebaño.
Estas brisas suaves, casi desapercibidas, se hacen más fuertes a medida que Satanás y sus seguidores aumentan su ataque contra la iglesia, con el fin de borrar la causa de Dios de la faz de la tierra. Apelan fuertemente a la carne, y por lo tanto apelan especialmente al elemento carnal. A medida que estas agradables brisas aumentan, se vuelven más atractivas y más comúnmente aceptadas.
La predicación de la sana doctrina brilla por su ausencia. Ya no se pone todo el énfasis en Dios, sino en el hombre, en el llamamiento público y en el crecimiento externo. Los sacramentos se ofrecen a todos los que desean participar. Ya no se ejerce la disciplina cristiana. Se hacen toda clase de concesiones para que la predicación sea atractiva para todos los que puedan ser atraídos a la iglesia.
El amor de muchos se enfría. Como carecen de conocimiento, se oponen a la sana doctrina desde el púlpito porque no les atrae. Los servicios dominicales no son servicios de adoración para glorificar a nuestro Dios, sino lugares de entretenimiento. La gente viene a divertirse, a entusiasmarse, a emocionarse, y no a ser edificada. Por lo tanto, muchos asisten a la iglesia sólo una vez en el día de reposo (Sabbat), y se quejan de que deben escuchar del ministro un discurso serio y largo. Al ser ignorantes de la verdad de las escrituras, también se vuelven flojos en su vida diaria. Las escrituras ya no tienen un lugar prominente en sus hogares. No hay tiempo para la adoración familiar. Pasan más tiempo disfrutando de los deportes y otros entretenimientos del mundo.
La complacencia se convierte en apatía, la apatía se convierte en hostilidad. Aunque en un tiempo muchos asistían fielmente a la adoración pública, e incluso hacían confesión de su fe, ahora se vuelven en contra de todo lo que es santo. Son fríos, sin vida, enemigos de Dios y de Cristo.
Pablo nos advierte: “También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a estos evita” (2 Tim. 3:1-5).
… No se necesita mucho tiempo para que una iglesia que cae en el error se convierta en una iglesia apóstata, y pronto apostatará, lista para el juicio final. Jesús nos advierte: Cuidado, estad alerta, estad en guardia. ¡Retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona!
Al mismo tiempo, Él consuela y anima a Su iglesia con la seguridad de que el caballo blanco y su jinete están saliendo a conquistar. El evangelio se está extendiendo hasta los confines de la tierra… La iglesia de Dios está siendo reunida desde los confines de la tierra, Su reino viene, Su nombre es glorificado.
¡La corona nos espera! ¡El Señor viene pronto!