Rev. John Marcus
La falta de modestia en la manera de vestir es un problema que ha enfrentado la humanidad desde la caída de Adán y Eva. El problema no va a desaparecer hasta que vayamos con Dios a la gloria. Es impresionante lo que las jóvenes (y mayores también) usan estos días. No solo en la calle y en las escuelas, pero en las iglesias, el estándar de modestia es menor. ¿Qué tan corta puede ser una falda para que sea considerada inmodesta? ¿Es malo usar ropa entallada?¿Es apropiado para las jovencitas cristianas usar bikinis (o incluso trajes de baño) en público? ¿Pueden nuestros hombres usar un Espedo en público? Estas son las tantas preguntas que los cristianos de hoy se enfrentan. ¿Provee la Biblia de parámetros a seguir en esta área? Si la Biblia habla acerca de esto, estamos forzados a obedecer y escuchar. Donde la Biblia es callada y no provee principios relevantes, entonces debemos mantenernos callados.
La modestia es definida por el diccionario Webster como “la ausencia depresunción o vanidad; decoro en el vestir, el habla o conducta”. Esta definición trae dos aspectos de modestia, el interior y el exterior. Ambos aspectos están relacionados; modestia interior, trae modestia exterior y modestia exterior es una señal de la calidad de la modestia interior. Los cristianos necesitan ambas.
Se nos ha dicho en 1 Pedro 3:3-4: “Vuestro atavío no sea el externo de peinados ostentosos, de adornos de oro o de vestidos lujosos, sino el interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios.”
De esta Escritura, es claro que modestia interior y modestia exterior están relacionadas. Ellos que están adornados con un espíritu afable y apacible son los mismos que sus adornos no son exteriores. Ambas, modestia interna y externa debe ser cultivada entre nosotras. Esta no es una opinión, es la voluntad de Dios para nosotros como Su pueblo.
Hay dos principios Bíblicos que nos guían en el problema de la modestia al vestirnos. El primer principio, es que no debemos llamar atención a por la forma en que nos vestimos. Segundo, debemos ser muy cuidadosos de no causar a otros que tropiecen a pecar por nuestra manera de vestir.
El primer principio concierne orgullo y vanidad que esta en nuestros corazones. Orgullo y vanidad lleva a muchos a vestirse de la manera en que se visten. Muchos se visten como quieren para llamar la atención de sus compañeros. Hay muchas maneras en la que uno se viste para llamar la atención. Dependiendo de quien quieren llamar la atención, tomarán diferentes estrategias. Pueden usar la última moda, colgarse toda clase de joyería, perforar sus cuerpos en lugares diferentes como la nariz, lengua, cejas, etc.…pintarse el cabello, y la lista continúa. Dios está terriblemente disgustado con altivez tal y promete juicio sobre aquellos que la practican. “Asimismo dice Jehová: Por cuanto las hijas de Sión se ensoberbecen, y andan con cuello erguido y con ojos desvergonzados; cuando andan van danzando, y haciendo son con los pies; por tanto, el Señor raerá la cabeza de las hijas de Sión, y Jehová descubrirá sus vergüenzas” (Isaías 3:16-17).
Los jóvenes hombres no son inmunes de este orgullo y vanidad. Para atraer atención a ellos mismos, compraran los zapatos Nike mas caros, se perforan las orejas, o usan la última moda de ropa de deportes.
Otras veces, uno busca ser notado por el sexo opuesto. Jóvenes hombres se visten específicamente para atraer a las mujeres. Tal vez, escoge una playera entallada, o una sin mangas para mostrar los músculos que ha trabajado por todo el verano. Jovencitas, también caen en esta trampa vistiéndose para enseñar sus cuerpos. Ropa que tiene un escote bajo, una abertura muy alta en la falda, o que expone piel invitando la atención de los jóvenes. No solo ropa que expone piel es el problema, pero también ropa entallada, que enfatiza las curvas del cuerpo pueden ser usadas para llamar atención a ella misma.
Todo esto, muestra que la manera en que nos vestimos es errónea por la simple razón que es nacido del orgullo y la vanidad. Nada en esta lista es necesidad. Todas son usadas con el motivo de llamar traer gloria a nosotros cuando deberíamos buscar la gloria de Dios nuestro Creador y Redentor.
El segundo principio está relacionado con el causar a otros a que tropiecen. Por amor a nuestro vecino, no nos debemos dar la libertad de vestirnos como queramos. Especialmente el séptimo mandamiento habla de este punto. El Catecismo de Heidelberg, dice lo siguiente:
¿Acaso Dios prohíbe en este mandamiento, sólo el adulterio, y tal como pecados graves?
Dado que tanto el cuerpo y el alma son templos del Espíritu Santo, él nos ordena conservarlos puros y santos: por tanto, prohíbe todos los actos impuros, gestos, palabras, pensamientos, deseos y todo lo que puede atraer a los mismos hombres (P&R. 109).
Especialmente la última frase muestra que el séptimo mandamiento prohíbe cualquier cosa que atraiga a otros a cometer adulterio con sus cuerpos o con sus pensamientos. Claramente, ropa inmodesta provoca a otros a cometer adulterio en sus mentes; por lo tanto, vestirse de esa manera está prohibido por el séptimo mandamiento. Al vestirse extravagantemente, es posible que otros envidien lo que tenemos y deseen el mismo estándar de ropa para ellos mismos. Nuevamente, el principio de abstenerse de lo que sea innecesario que pueda causar a nuestros hermanos a tropezar, es la política bíblica que debemos seguir por amor a nuestros vecinos.
¿Bikinis, trajes de baño y Espedo, causan a nuestros hermanos a tropezar? Entonces, no los usemos. ¿Hay una alternativa? Debemos escogerla. Si no hay alternativa apropiada, entonces es mejor no ir a la playa en absoluto. Mejor eso que causar a nuestros hermanos a tropezar. Y si sabemos que habrá en la playa gente vestida inmodestamente, es mejor quedarse en la casa que ponernos en el camino de la tentación.
Modestia, siempre será un asunto en las vidas de la gente de Dios porque el viejo hombre no estará satisfecho hasta que lleguemos a la gloria. De vez en cuanto, debemos recordarnos y a nuestros hermanos en la fe, lo que el Señor requiere de nosotros en cuanto a modestia. Cuando nos informamos en este asunto, no debe ser con la perspectiva del mundo y con los estándares que parecen aceptables. Pero, siempre debemos buscar la voluntad de Dios en este asunto. La gente de Dios buscará fielmente la modestia, tanto interior como exterior. Lo harán por Su gloria.