Ronald Hanko
Hay muchos que tropiezan en el hecho de que la Escritura fue dada a través del hombre. Debido a que esto es así, ellos piensan que hay un elemento humano en la Escritura y no pueden creer la verdad que la Escritura es total y completamente la Palabra de Dios, sin error—que no hay contradicción, imperfección, faltas ni nada en la Escritura que pueda ser atribuido a ideas humanas.
No negamos que la Escritura fue dada a través del hombre. Pero es tan poco importante que en veinte de sesenta y seis libros de la Biblia no conocemos su autor humano. Incluso donde conocemos al autor humano, sin embargo, la verdad de la inspiración orgánica se mantiene.
Inspiración orgánica significa que la inspiración de un libro comenzó mucho antes de que cualquier libro fuera escrito. Para tomar el libro de Eclesiastés como un ejemplo, la inspiración orgánica significa que Dios comenzó el trabajo de inspiración de ese libro no al mover a Salomón a escribirlo (II Pedro 1:21) sino que al preparar todas las circunstancias bajo las cuales Salomón escribiría, y al preparar a Salomón mismo como autor.
Dios comenzó la inspiración de Eclesiastés cuando cientos o miles de años antes, cuando Él fijó las circunstancias de la historia de forma que todas las cosas en Israel y entre las naciones fueran tal como Salomón debía encontrarlas para escribir el libro. Dios comenzó la inspiración de Eclesiastés cuando cientos de años antes Él estableció la nación judía y las doce tribus, una de las cuales fue la tribu de Judá, que luego incluyó la familia de Isaí. Dios estaba preparando todo para aquel libro cuando David se transformó en rey y estableció la dinastía para que Salomón fuera rey después de él. Dios estaba preparando todo para el libro cuando David vio a Betsabé bañándose y cometió adulterio con ella y cometió el asesinato de su marido para casarse con ella.
Dios fijó todas las circunstancias de la vida de Salomón de tal manera que él no fuera sólo el hombre más sabio de la historia, exceptuando a Cristo, sino también uno que cayó en uno de los pecados más graves. Es así que el libro de Eclesiastés, cuando fue escrito, fue el testimonio del arrepentimiento de Salomón y de la vanidad de la vida sin Dios.
En última instancia, por supuesto, la doctrina de la inspiración orgánica nos lleva hacia los consejos de la eternidad y al hecho de que no hay nada que ocurra, a lo largo de la historia del mundo, que no ha sido soberanamente ordenado por Dios y traído a existencia a través de su soberano e irresistible poder. No más que nosotros, trazando nuestra salvación hasta el decreto eterno de Dios, podemos clamar ser los autores de nuestra salvación, incluso cuando nos hemos arrepentido, creído y obedecido, Salomón podría clamar ser el real autor de Eclesiastés, aunque él escribió las palabras y las escribió usando su propia experiencia. Es el Dios soberano, que decreta eterna y soberanamente y su Espíritu quien, a través de la Palabra viviente, es el autor de nuestra salvación y del libro por la cual se hace conocida a nosotros. ¡Que gran Dios! ¡Que libro maravilloso!
Traducido por: Marcelo Sánchez
Fuente: “The Organic Inspiration of Scripture” de Doctrine According to Godliness del Rev. Ronald Hanko, pp. 18-19.