Ronald Hanko
Quizás ya hayas escuchado hablar de la perspicuidad de la Escritura y te hayas sorprendido con lo que ello significa. Significa que la Escritura es clara y fácilmente entendida.
La perspicuidad es parte del milagro de la Escritura, especialmente porque ella revela a Dios. Él, el Dios infinito y eterno, no sólo desea revelarse a nosotros, sino que lo hace claramente, es una gran noticia.
No negamos, por supuesto, que hay pasajes difíciles en la Escritura, incluso hay libros difíciles. La Biblia misma nos enseña esto (Salmos 78:2; II Pedro 3:16). Sin embargo, creemos que cada doctrina de la fe, y todas las cosas necesarias para la gloria de Dios y nuestra salvación, son claramente establecidas.
El Salmo 119:105 enseña la perspicuidad: “Lámpara es a mis pies tu palabra, Y lumbrera a mi camino.” La Escritura no podría ser llamada luz si ella no fuera clara, este versículo dice que es una luz para nuestro camino, esto es, para toda nuestra vida. Es una guía segura y confiable que nos acompaña toda la vida en el camino a la gloria.
Ya que la Escritura es clara, ella puede ser entendida incluso por quienes no tienen mayor instrucción y por niños. No puede, por lo tanto, ser alejada de ellos. Ella debe ser traducida al lenguaje de cada persona a quien va el evangelio de forma que ellos puedan leerla y tener esa luz con ellos siempre.
Hay muchas cosas que debemos entender, sin embargo, sobre la perspicuidad de la Escritura, para no caer en el error.
Primero, debido hay que hay pasajes difíciles, debemos interpretarlos a la luz de los pasajes que hablan más claramente. Ninguna interpretación de un pasaje difícil, por ejemplo, debe contradecir cualquier doctrina importante de la Escritura o cualquier regla de vida agradecida que es claramente enseñada.
Segundo, la Escritura sólo es clara para los creyentes. El impío no puede entender la Escritura, debido a que la Escritura son las cosas de Dios, y ellas son espiritualmente discernidas (I Cor. 2:14). Debemos recordar esto cuando hablamos con alguien que niega verdades tan importantes en la Escritura como la divinidad de nuestro Señor Jesucristo. Cuando tales personas no pueden ver en la Escritura que Jesús es Dios no debemos comenzar a dudar de que la Escritura enseñe claramente esa importante verdad. El problema no está en la Escritura. El problema está en la mente y corazón de la persona. Antes de que alguien pueda entender cualquier cosa que la Escritura enseñe, su corazón debe ser abierto y su mente iluminada por el Espíritu Santo. Sin aquello, los versículos, la lógica y los argumentos son inútiles.
Ya que la Escritura es la clara luz de la revelación de Dios, debemos seguir esa luz. La advertencia y la promesa de 1 Juan 1:6-7 son para nosotros: “Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad; pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado.”
Fuente: “The Perspicuity of Scripture” de Doctrine According to Godliness del Rev. Ronald Hanko, pp. 24-26.
Traducido por Marcelo Sánchez