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Observancia del Sabbat / Sabbath Observance

        

Prof. Herman Hanko

Por tanto, nadie os juzgue en comida o en bebida, o en cuanto a días de fiesta, luna nueva o días de reposo (Col. 2:16).

Un lector pregunta: “¿Cómo encaja Colosenses 2:16 con la enseñanza cristiana sobre el Día del Señor?” Algunos en el mundo de la iglesia de hoy se han vuelto muy legalistas con respecto al Sabbat y por precepto sobre precepto, han sacado muchos aspectos de la observancia del Sabbat de toda el área de la libertad cristiana—contrariamente a lo que Pablo escribe en Colosenses 2:16. Otros, malinterpretando la libertad cristiana, casi han destruido todo el día de reposo (Sabbat). Sostienen que el Sabbat no es diferente de cualquier día de la semana, y, aunque es preferible asistir a la iglesia en el Día del Señor, uno podría también cambiar los servicios de adoración del Día del Señor a otros días de la semana, e involucrarse en cualquier actividad del día de la semana en el Día del Señor. Se dice que todos los días de la semana es Sabbat.

Permítanme mencionar primero que Pablo está advirtiendo contra el mal uso del Dia de Reposo (Sabatt) en Colosenses 2:16. Todo el pasaje lo demuestra. Pablo nos explica que la obra poderosa de Cristo en la cruz anuló “el acta de los decretos que había contra nosotros” (14). Cristo, en otras palabras, cumplió la ley por nosotros.

Pablo continúa aplicando esto a la vida de la iglesia. Algunos afirman, y tal vez correctamente, que Pablo estaba librando una guerra contra una forma temprana de Gnosticismo presente en Colosas (y quizás en otras iglesias cercanas). El Gnosticismo tomó varias formas: era más un movimiento que una iglesia u organización doctrinalmente unida. Una forma era un Gnosticismo Judío que estaba estrechamente relacionado con los errores presentes en Jerusalén y en las iglesias de Gálatas. Muchos en la iglesia, convertidos de la religión Judía, querían aferrarse a las antiguas leyes que marcaban a Israel como una nación separada. Ellos enseñaron que la salvación se basaba en la fe en Cristo y en las obras de la ley —una herejía casi idéntica al error de aquellos que hoy enseñan la justificación por la fe y las obras. (Pablo refuta esta terrible herejía, especialmente en sus epístolas a los Gálatas y a los Romanos).

Que Pablo se opone a tal pensamiento está claro en los versículos 17 y 18, mientras que la declaración positiva de la verdad se encuentra en el versículo 19. En el versículo 17, Pablo deja claro que esas leyes sobre la carne, la bebida, los días santos, las fiestas de luna nueva y los días de reposo “es sombra de lo que ha de venir”, y así fueron cumplidas por Cristo. Uno solo necesita leer Éxodo, Levítico y Deuteronomio para ver cuántas leyes había con respecto a estas cosas.

Es bueno notar que el plural es usado aquí, indicando que la referencia es a todos los ciclos del Sabbat: el séptimo día de la semana, el séptimo año, el quincuagésimo año, que era el año del jubileo. Cristo las ha cumplido y ya no son vinculantes para los Cristianos que deben permanecer en la libertad de su redención.

Sin embargo, el día de reposo (el Sabbat) es obligatorio para el Cristiano, porque forma parte del decálogo y, de hecho, pertenece a la primera tabla de la ley en la que se nos instruye cómo, específicamente, debemos amar al Señor nuestro Dios. Aquellos que quieren sacar el cuarto mandamiento de la ley de Dios no pueden ni deben hacer esto; si ellos insisten, harán lo mismo con los otros mandamientos.

Sin embargo, según se argumenta, el cuarto mandamiento requiere abstenerse de trabajar en el séptimo día de la semana. Eso ya no está en vigor. El cumplimiento del cuarto mandamiento significa que cada día de la semana es Sabbat. Sin embargo, aquellos que enseñan que cada día es Sabbat, en realidad practican que ningún día es Sabbat.

Es bueno señalar que la ley misma nos da indicios de su carácter más profundo y de su cumplimiento en Cristo. La misma introducción a la ley nos recuerda que somos liberados de la esclavitud del pecado: “Yo soy Jehová tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre” (Éxodo 20:2). El décimo mandamiento, que prohíbe la codicia, es interpretado correctamente por nuestro Catecismo de Heidelberg como refiriéndose a la perfección interior de toda la ley: “Que ni siquiera la más pequeña inclinación o pensamiento contrario a cualquiera de los mandamientos de Dios surja jamás en nuestros corazones; sino que en todo momento aborrezcamos de todo corazón todo pecado, y nos deleitemos en toda justicia” (R. 113).

El cumplimiento de la ley no significa que el Sabbat ya no se debe guardar, pero sí significa que el día se cumple por la obra perfecta de Cristo. Se cumple de esta manera. El cuarto mandamiento establecía un principio fundamental de la ley: Israel tenía que trabajar seis días para disfrutar del reposo del Sabbat. La obra de los seis días tenía que ser una obra perfecta que estuviera libre de pecado y sea para la gloria de Dios—como lo era en el paraíso. Si Israel obedecía, ellos disfrutarían el reposo del Sabbat. Si Israel fallaba, nunca tendrían ese reposo.

Era el mismo principio de toda la ley: Bendición en el cumplimiento de la ley, pero maldición en la transgresión de la ley. Y, debido a que la raza humana cayó en Adán, Israel fue incapaz de guardar la ley y por lo tanto, la ley solo podía maldecirlos.

Que Cristo cumplió la ley significa que Él cargó con la maldición que nos correspondía; y también ganó para nosotros el poder misericordioso para guardar la ley perfectamente—una perfección que no será nuestra hasta que estemos en el cielo y que es cierta para nosotros ahora solo en principio. Ese cumplimiento fue a través de la cruz y la resurrección de Cristo el primer día de la semana. Y así, la iglesia de la nueva dispensación guarda el Sabbat el primer día de la semana en conmemoración gozosa de la obra perfecta de Cristo.

Ahora no tenemos que trabajar seis días sin pecado para ganarnos el reposo; se nos da gentilmente ese reposo el primer día de la semana para que debamos (y podamos y queramos) trabajar durante seis días en el reino de Cristo y para la gloria de Dios, porque trabajamos por el poder espiritual de Cristo en el Sabbat de la nueva dispensación. Debido a que ahora tenemos la libertad de Cristo y somos capaces de guardar la ley, el “Sabbat” se convierte para nosotros en un día en el que dejamos de lado nuestros trabajos terrenales y dedicamos el día a nuestras vidas espirituales, especialmente porque Dios nos ha dado la adoración corporal o congregacional de la iglesia en la que se predica el evangelio y se administran los sacramentos. ¡Debemos estar eternamente agradecidos por esta gran bendición! 

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