Ronald Hanko
Una de las objeciones de los Bautistas al bautismo de niños es que algunos que son bautizados no son salvos y nunca lo serán. Ellos constantemente recuerdan a los que practican el bautismo de niños que bautizándolos, bautizan a los que no se han arrepentido y profesan la fe. Para los Bautistas esto parece totalmente arbitrario.
En respuesta a esta objeción, nos gustaría señalar que es imposible, ya sean iglesias bautistas o reformadas, bautizar solo a las personas que han sido salvas. Porque los secretos del corazón son desconocidos para nosotros, incluso en las iglesias bautistas se bautizan solo los que hacen una profesión de fe y de arrepentimiento.
Cuando hemos señalado esto a varios amigos bautistas y conocidos, su respuesta suele ser: “Pero nosotros bautizamos menos personas no salvas que ustedes.” La verdad es que si un Bautista bautizó a una sola persona no salva, ya no es la práctica de “Bautismo de creyentes,” sino algo que se podría llamar” bautismo de instrucción.”
Más el punto, sin embargo, es que en las Escrituras, tanto la circuncisión y el bautismo se aplican deliberadamente a los no creyentes. Abraham circuncidó a Ismael y el no tuvo parte en el pacto (Gén. 17:18-19), e Isaac circuncidó a Esaú después de que se dijera que Esaú fue reprobado (Gén. 25:23-24).
El Bautista argumenta en este punto que la circuncisión era sólo una marca de identidad nacional. Esto simplemente no es cierto, sin embargo, a la luz de lo que la Escritura dice acerca de la circuncisión. Siempre fue un signo de “echar fuera el cuerpo carnal mediante la circuncisión [la muerte] de Cristo” (Col. 2:11; Ver también Deut. 10:16; 30:6; Jer. 4:4).
Lo mismo puede decirse del bautismo. El bautismo en el Mar Rojo (identificado como un bautismo en 1 Cor. 10:1-2) se aplicó por Dios a muchos con los que no estaba “muy complacido”, y que posteriormente fueron destruidos por Satanás (vv. 5-10). Cam también fue “bautizado” (1 Ped. 3:20-21) con el resto de la familia de Noé.
La única pregunta entonces, es la siguiente: “¿Por qué Dios tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo Testamento se agradó de poner la señal del Pacto y de la salvación, a inconversos, así como a las personas salvas?” Ya se trate de adultos o niños, no hace ninguna diferencia. El Bautista debe responder a esta pregunta.
La respuesta a la pregunta está en el propósito eterno de Dios. Sólo alguien que cree firmemente que Dios ha ordenado para siempre todas las cosas, incluyendo la salvación de unos y no de otros, puede dar una respuesta clara e inequívoca a la misma.
La respuesta es que la circuncisión en el Antiguo Testamento y el bautismo en el Nuevo Testamento, como la predicación del evangelio, son un poder y un testimonio tanto de la salvación como del endurecimiento y la condena y lo hacen de acuerdo al propósito de Dios (2 Cor. 2:14-16). Por consiguiente nosotros bautizamos infantes y a adultos que comprenden que Dios va a usarlo para la salvación de unos y la condenación de otros, de acuerdo con su propósito, como en el caso de Ismael o Esaú o Cam.
Traducido por: Joyce Álvarez León
–Tomado de Doctrine According to Godliness por Ron Hanko
–Título en inglés: “Unbelievers and the Covenant”